¿POR QUÉ cuestan más los libros?

Alejandra Carrillo

Guadalajara, México(04 diciembre 2022).- El precio de los libros ha subido exponencialmente, por diversos factores, desde hace tres años.

La pandemia, la inflación y la escasez de papel son los factores que más influyen en esta alza que afecta de diferentes formas a la bibliodiversidad, comentan editores independientes.

Hasta marzo de 2022, según los conteos de la consultora Nielsen Books Scan en México, el precio medio del libro era de 305.37 pesos; en las mismas semanas de 2021 era de 239.27 pesos, y en las mismas semanas de 2020, de 222.04 pesos, según reportaron varios medios.

Desde antes incluso de la pandemia, a nivel internacional el papel de escritura, es decir el papel en el que se imprime, ya que la producción industrial implica papel de empaque, papel tissue y el papel de escritura que implica tan solo el 10 por ciento del papel total de todo el mundo, ha tenido una disminución en su producción por falta de demanda.

«Es una situación de varios factores y es un problema internacional, no es un problema que vivamos en México, las fábricas estaban más ocupadas surtiendo material de empaque que acrecentó la demanda de envíos», explica Hugo Setzer presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).

Sayri Karp Mitastein, directora de la Editorial Universitaria de la Universidad de Guadalajara, explica que parte del problema comenzó a mostrar consecuencias tangibles durante la pandemia cuando tuvieron que parar su producción frente a la incertidumbre.

«Dejamos de imprimir como lo hacíamos y las imprentas por lo tanto se quedaron sin trabajo y las papeleras se quedaron con los stocks de papel detenidos. Cuando los productores concentraron su trabajo en producir cartón empezó a haber una escasez de papel y comenzaron a subir el precio, a manipular el mercado como muchas cosas pasaron durante la pandemia, llegó un momento en el que a principios de este año los libros comenzaron a costar el doble», indica.

Situaciones como la invasión de Rusia a Ucrania, la disrupción en la cadena de suministro a raíz de la pandemia y el incremento en los transportes ha provocado aproximadamente un aumento del 40 por ciento en el precio del papel, según Setzer.

Aunque asegura que han mantenido conversaciones con la Cámara de la Industria del Papel, el presidente de la Caniem indica que no es tan fácil volver a echar a andar el papel para impresión, aunque hay producción de papel en México no puede satisfacer la demanda.

Sin embargo, es optimista, afirma que no ha visto un incremento tan fuerte en el precio final de los libros considerando que sí han aumentado los costos.

«De alguna manera los editores estamos pudiendo todavía absorber ese incremento en el papel, tiene límites lo que podemos hacer pero no estamos preocupados por un aumento de ni la mitad del costo del libro. En eso hemos aumentando sólo un 10 por ciento», asegura.

«El precio del papel no parece que vaya a mejorar, pero después tenderá a nivelarse, no veo una situación catastrofista, estamos con mucho ánimo buscando a nuestros lectores, viendo las mejores maneras de llegar a ellos».

Sufren independientes

Carlos Armenta, de la editorial y la librería Impronta en Guadalajara, afirma que hoy día las cotizaciones de libros que hacen los impresores no pueden tener vigencia más de 15 días porque el precio del papel, debido a la escasez, es fluctuante y además es posible que en ciertos casos no haya suficiente papel para imprimir un proyecto de todos modos.

«De manera inmediata lo que se ha hecho en las editoriales es reducir la cantidad de títulos que se producen al año, si antes se estrenaban 20 libros, ahora se producen 10, lo que también aumenta el costo final del libro en las librerías, porque esos libros pagan el papel de los próximos proyectos», explica.

Debido al alza de precios, dice, esto ha provocado una baja en las ventas y, para muchos autores, la cancelación o postergación de sus libros.

Esto, por supuesto, afecta sobre todo a las editoriales más pequeñas como Impronta que tienen menos posibilidades de negociar los costos del papel disponible con los impresores porque no consumen grandes cantidades de papel como los grandes grupos.

«Además, nuestras proyecciones financieras o de negocios no son tan afinadas, no las podemos realizar con tanta rapidez como los grandes grupos debido a la diversidad del personal que compone una editorial independiente, no suele haber una parte administrativa muy fuerte sino una parte editorial mucho más creativa que es la que le da mayor potencia a la diversidad de títulos en una editorial independiente», dice Armenta.

Esto además provocaría que eventualmente las editoriales independientes, que pueden publicar libros por decisiones que vayan más por los best sellers, tengan que disminuir su cantidad de libros impresos y su productividad disminuya, lo que además fomentaría más precarización en el sector que no podría garantizar los derechos laborales que les permitan vivir de los oficios del libro.

Para la editorial mexicana independiente Antílope, por ejemplo, sí ha significado un cambio radical empezando con que una de sus políticas es no subir demasiado el precio de sus libros.

«Por más que los hemos subido no nos terminamos equilibrando, no los vendemos al precio que deberíamos venderlos, eso ha hecho que nuestras nuevas ediciones de bolsillo sean más caras que las ediciones que teníamos antes, estamos implementando un sistema de impresión bajo demanda porque no nos alcanzaba para reimprimir los libros que se nos agotaban y no está funcionando», dice Jazmina Barrera, una de las fundadoras de la editorial.

Esto ha implicado que se afecte también la relación que tienen las editoriales con las librerías, pues el alza de precios hace imposible que la venta tenga que pasar por la distribución. Lo único que funciona para recuperar la inversión es venderlos de manera directa en línea o en presentaciones.

Que el costo de imprimir sea tan alto también hace que sea más difícil traducir libros, o publicar libros con muchas páginas o con imágenes a color sin que estos se vuelvan inaccesibles al público general.

No ven una opción en lo digital

Según dice Carlos Armenta, ahora mismo una editorial no podría mantener su infraestructura, ni siquiera una pequeña, sólo de comercializar libros virtuales.

Para ello se requiere mucho mayor volumen de venta para una ganancia estable y no hay todavía propiamente un hábito de consumo de libro virtual.

Para la editora Sayri Karp la transición digital todavía no es una opción viable contra el libro impreso.

«Por ejemplo, nosotros hacemos libros que se utilizan en la docencia, y hay todavía regiones del Estado (en Jalisco) a donde no llega el internet, hay niños y niñas que no tienen computadoras, celulares o tablets o personas que no son tan hábiles en el teléfono. Más allá del gusto, no solo es lo romántico del papel impreso, sino que hay una problemática del uso y de acceso a la información y a la educación que no es sustituible, nos guste o no nos guste, el libro sigue siendo la herramienta fundamental para la transmisión de conocimiento».

Piensan en respuestas a corto plazo

No se prevé que la crisis de papel se solucione a corto plazo, al menos no en los próximos dos años.

Hugo Setzer dice que desde la Caniem no tendrían una idea clara de cómo podría intervenir el Gobierno si se trata de un problema global.

Carlos Armenta ve la intervención del Gobierno como una visión sobre la cultura.

«Un cambio de perspectiva hacia el papel de escritura, si consideramos que el libro es un activo importante para la conservación de la diversidad cultural de una comunidad, sociedad o país, su materia prima que es el papel es un bien cultural porque garantiza la existencia de los libros, sí creo que le incumbe y deberían interceder los sectores culturales y económicos del Gobierno para garantizar la permanencia del libro en la comunidad, más allá de los libros electrónicos, que no han tenido hasta el día de hoy la importancia dentro del panorama cultural que tiene el libro impreso», dice.

Jazmina Barrera apuesta más a una organización entre editores independientes.

«No veo mucha esperanza con que esto mejore, hay países donde el apoyo del Estado a las editoriales independientes es muy evidente y hay programas para subsidiar el precio papel, que estoy segura de que en México no ocurrirá pronto», asevera.

La consecuencia sería que los libros pronto se traten como los discos de acetato o LPs, considerados objetos raros, para coleccionistas o gustos particulares de las clases altas.

«En lo que tengo esperanza es en que logremos, a falta de apoyo del Estado, organizarnos entre nosotras, trabajar en iniciativas entre las editoriales para ver si podemos comenzar a dialogar estos temas, primero, y luego lograr soluciones conjuntas a ver si algo se nos ocurre: comprar papel entre varias editoriales, una cooperativa papelera o hasta trabajar con otros materiales, el papel de piedra que se hace en México podría funcionar o alguna otra Fibra», dice Barrera.

Así sube

Precio medio del libro en México*:

2020

$222.04

2021

$239.27

2022

$305.37

*En marzo de cada año, según conteos de la consultora Nielsen Books Scan en México

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