¿Nos vemos en Tinder, Bumble o Hinge…?

Realidad Novelada, por J.S. Zolliker ·

En sus fotos de perfil se nota que le gusta viajar con lujo y la más reciente es una en la que aparece posando junto al letrero de la ciudad de Amsterdam. Es un tipo bien parecido y a su favor tiene que en otras tantas imágenes aparece conduciendo y posando en su Ferrari. En aquellas donde está en un yate, descansa descubierto y presumiendo su tórax. En otra, muestra el cariño que le tiene a su caballo. También, aparece celebrando con una que otra celebridad y mostrando con aparente discreción, los relojes de todo lujo que a un socialité joyero le compró.

Pero no crean que se trata de otro chavito aparentando tener un jet. Muy al contrario, se le nota un hombre entero y con cierto ímpetu. En su biografía dice que le interesa continuar apoyando a las infancias en pobreza extrema y que realmente disfruta de la naturaleza y de unas tortas con vino en un apacible picnic. No es tanto de ir al cine, confiesa, pero busca perfeccionar el arte del haikú. Su real debilidad, es el chocolate. Y besar. Procura en el golf mejorar su hándicap.

Está en Tinder, Bumble, happn, Hinge y para quien lo busque aparece también en Facebook sin demasiado esfuerzo. Entre su físico agradable y el estilo de vida, sobra decir que en la dating apps hace match con mucha facilidad. Apela en las mujeres a su bondad y espíritu. Dice que no busca una compañera por su físico sino por su mente. Y una vez que hacen contacto, se pone a chatear. Pero es directo, no pierde el tiempo y las invita a salir o a quedar por zoom. Sobra decir que se nota que es inteligente. No quiere ser acelerado, pero quiere verse en persona rápidamente.

Por tan directo, algunas se asustan. Les da pruebas de vida real y les demuestra que no es nada raro ni de spam. Las trabaja entonces finamente, como quien hace un corte fino con bisturí. Les promete prepararles el mejor gin and tonic. Se disculpa si deja de escribir o insistir por unos días, promete que no sabe ligar y a veces se traba. Les cae bien que les cuenta que está trabajando en un film.

Lo que realmente sucedía, ninguna lo imaginaba. Unas semanas de conquista virtual terminaba invitándolas a un elegante restaurante a cenar, hoy. Verás que, si salimos, reiremos y nos divertiremos. No te preocupes, juro que soy soltero. Promete que bebe poco alcohol. Remata diciendo que es discreto. Pero débil ante una mujer tan sexy. Es más, para que te sientas segura, nos vemos allá y te vas si algo no te gusta o no te sientes a gusto. Verás que somos un hit. Por el contrario, si todo sale bien, quizás contigo si baile. Llene de poesía las paredes. O nos vayamos de viaje.

Ellas, llegan al restaurante y las llevan a la mejor mesa. Al poco tiempo, reciben una llamada, que viene retrasado, que tuvo un problema con la organización de un gran fórum. Me da mucha pena, soy sumamente puntual pero este tema salió de mis manos, será cosa de unos minutos, pero déjame compensarte, por favor, ya le pedí al capitán que me conoce bien, que abra la botella del mejor champagne que desde hace rato mandé enfriar y te sirva una copa en lo que llego. Es lo mínimo que puedo hacer.

Ella, feliz, bebe lo que le traen y al rato, él vuelve a ponerse en contacto. Le comunica que ya está muy cerca, a unos minutos y que, si le va pidiendo un whisky, single malt, escocés de 25 años. Así lo hace sin imaginar que él, desde hace rato, está en el lugar, pues es el dueño y la mira por las cámaras de seguridad desde una apartada oficina. Esa ha sido la gran estrategia con la cual ha podido mantener el negocio a flote: cuando la cita nunca se presenta, ellas deben pagar la cuenta y un poco de ansiedad. Lleva estafadas más de ciento cincuenta, ¿ladrón común o genio?  

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