NO QUIERO ser cómplice del Tren Maya.- Cortés de Brasdefer

El Tren Maya se perfila como una bomba de tiempo para el patrimonio del País.

El arqueólogo Fernando Cortés de Brasdefer, a quien el INAH busca sancionar por sus críticas al proyecto, advierte que la ruta ferroviaria cruza varios sitios prehispánicos y los deja a expensas del saqueo.

Chakanbakán, ubicado a unos 500 o 600 metros del trazo, y objeto de estudio del académico desde hace 30 años, es uno de ellos.

«A partir de la apertura del Tren Maya y de la afectación de los monumentos, del acarreo de materiales pétreos, arqueológicos, que fueron o no explorados, ya toda la gente de los pueblos vio lo que se hizo, en lo que el INAH participó.

«Auguro que en el futuro van a destruir y van a saquear los sitios y monumentos arqueológicos que estén en el trayecto, porque ahora es más fácil que los turistas bajen y vayan a estos nuevos lugares y que entren. Si de por sí ya había destrucción de monumentos por la venta de piedra, pues es un riesgo en las comunidades que tienen monumentos arqueológicos. Negarlo es absurdo, porque es lógico», indica en entrevista, consultado por REFORMA sobre los riesgos que implica el cruce de las vías entre tanto patrimonio.

El Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), diseñado por el Gobierno Federal en el marco del Tren Maya, abarca 27 sitios, pero suman cientos -sin apertura pública- los que atraviesa la obra, de acuerdo con información oficial.

Un proyecto de licitación del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), publicado en 2020 para contratar personal para salvamento arqueológico, refería miles de sitios, sin considerar los tramos 5 al 7.

«El eje de trazo de tren pasa aproximadamente por 3 mil 34 sitios arqueológicos inscritos en el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas e Históricas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que van desde concentraciones de materiales y sitios de carácter gráfico-rupestre, monumentales arqueológicos o paleontológico, y faltaría sumarle las zonas de monumentos arqueológicos», detallaba el referido proyecto. (REFORMA, 18/07/20)

Cortés de Brasdefer previene a partir de lo ocurrido en Chakanbakán, donde en el contexto del Tren Maya, la población «abrió arbitrariamente un camino desde la carretera federal derribando mojoneras, árboles y violando la poligonal envolvente hasta casi alcanzar el centro cívico religioso, destruyendo al mismo tiempo monumentos arqueológicos», como lo hizo saber a sus compañeros en un texto compartido primero en WhatsApp y reproducido luego en Facebook, hecho que motivó un par de actas administrativas promovidas contra el arqueólogo por el Centro INAH Quintana Roo, por considerarlo perjudicial para el Instituto.

A estos procedimientos se suma un pronunciamiento del Consejo de Arqueología, cuyos miembros fueron designados por Diego Prieto, Director General del INAH, que desacredita la trayectoria del investigador adscrito al Instituto en Quintana Roo. (REFORMA, 18/08/23)

«Como no pudieron desde el punto de vista legal, ahora se van por el punto de vista académico», pondera Cortés de Brasdefer, al explicar que las actas no prosperaron porque no pudieron imputarle responsabilidad en la publicación del texto en Facebook.

«Yo sigo considerando que no tengo por qué encubrir lo que sucedió y lo que va a suceder, porque no quiero ser cómplice, no quiero que la historia me juzgue (como uno) de los que participaron en la destrucción o afectación trabajando dentro de la institución que tiene la obligación de hacer todo lo contrario: proteger».

Cortés de Brasdefer aclara que ofreció a las autoridades del INAH participar en el diseño de la ruta ferroviaria para que no afectara al patrimonio de la región, y su colaboración en este sentido, junto con la de otros investigadores, fue rechazada.

«Si nos hubieran permitido a los arqueólogos locales participar, nosotros podemos saber por dónde pueden pasar las vías, las carreteras -donde perjudiquen menos-, si ya es un proyecto de seguridad nacional, pues obviamente no nos vamos a oponer, pero sí hubiera sido importante que hubieran considerado nuestra participación.

«Yo entregué una carta al responsable de la Coordinación Nacional de Arqueología donde aceptaba trabajar, pero que me permitiera salvar, intervenir el tramo que me correspondiera, antes de que las máquinas o los ingenieros empezaran a trabajar, pero nunca se nos permitió», expone.

El comunicado del Consejo de Arqueología dice que se le invitó y que no aceptó. Entonces se les invitó a trabajar sobre un trazo que estaba definido…

Un arqueólogo, un investigador consciente, ¿cuándo va a aceptar sabiendo que ya hay una ruta establecida? En el caso mío, que conozco el área perfectamente, (sabía que) iba a pasar por una ruta donde existen miles, pero miles de edificios. No es que el Tren Maya o los arqueólogos estén descubriendo eso. No. Nosotros sabemos desde hace muchísimos años que esto está plagado, porque hemos hecho bastantes recorridos y conocemos que hay concentraciones inmensas de estructuras.

Pérdida y eufemismo

Fernando Cortés de Brasdefer ha documentado labores de «deconstrucción», un eufemismo para la destrucción de vestigios.

El pasado 9 de diciembre, el Washington Post reveló la existencia de un mapa interno del Gobierno al lado de cada monumento «deconstruido», «que no pasa la prueba» para perdurar.

«Hasta el momento, hay más de 25 mil de ellos», publicó el periódico estadounidense.

«Si nos hubieran invitado no solamente a nosotros, sino que hubiera habido un proyecto con anticipación, estoy seguro de que no habría los problemas que se dieron o que se están dando. Se hubieran desviado las vías, lo cual no sucedió», puntualiza.

Cortés de Brasdefer no se arrepiente de la defensa que ha emprendido por el patrimonio nacional.

«Justamente para eso estudié, para eso me pagan, y es lo que estoy haciendo.

«No me queda más que cuidar mi vida, porque en este tiempo ya sabe usted cómo está la situación. Responsabilizo al director general del INAH, responsabilizo a los miembros del Consejo de Arqueología, al director del Centro INAH Quintana Roo, si algo me sucede y le sucede a mi familia o a nuestras propiedades que han sido adquiridas de manera honesta», concluye.

El arqueólogo, antes y después

Un comunicado del Gobierno Federal en 2018 presenta al arqueólogo hoy censurado de la siguiente manera:

«El doctor Fernando Cortés de Brasdefer, en su larga carrera, ha descubierto los sitios arqueológicos de Chakanbakán, Ichkabal y Bahía de Chetumal, así como de los que se hallan en las colonias chetumaleñas de Andara y Santa María, y el Palacio de Nezahualcóyotl, en el Valle de Texcoco.

«Fernando, quien defiende las costumbres de los pueblos indígenas, también es autor de los libros Enciclopedia de arqueología y monumentos de Quintana Roo, La noche de San Valentín y Kohunlich, ciudad del sol, así como de artículos que han visto la luz en publicaciones del mundo».

No obstante, ahora el Consejo de Arqueología lo describe de este modo:

«Es probable que Cortés de Brasdefer desconozca los procedimientos que este tipo de proyectos implican, pues en sus más de cuatro décadas de colaborar en el INAH, ha realizado quizá un par de intervenciones de salvamento sin llegar a buenos términos. Su trabajo se ha concentrado en Chakanbakán, zona de la que erróneamente se le dice director, pues el cargo no existe, y su proyecto no se encuentra vigente desde hace, por lo menos, una década, aunque sí devengó sumas millonarias con resultados discutibles».

Él refuta estos dichos, y aclara:

-Sí ha hecho salvamentos arqueológicos, sobre todo en años recientes.

-Permanece al cuidado de Chakanbakán.

-El dinero que recibió anualmente se aplicó al mantenimiento de la zona.

-Los recursos son insuficientes para la exploración en Chakanbakán.

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