MÓNICA Manzutto y José Kuri, dupla que respira arte

Yanireth Israde

Cd. de México.- La galería Kurimanzutto se extiende a Nueva York para irradiar sus apuestas artísticas allende la frontera norte, con México como centro, y no al revés.

«México es el centro y Nueva York se nutre de él. Creo que políticamente eso es interesante, porque en mayor medida funciona al revés: Nueva York siempre es el centro del mundo del arte y de ahí se ramifica; para nosotros, México es el centro que se abre y se extiende a Nueva York», enfatiza José Kuri en entrevista desde la urbe de hierro.

«Creo profundamente en que el arte te puede transformar como persona y genera que pienses de otra manera, y lo vivimos. El arte, ya lo han dicho, no solo se contempla: también (sobre todo) se respira».

José Kuri

«Supongo que si solo uno de nosotros hiciera este proyecto no sería igual. Lo especial es estar juntos y es lo que hace que este proyecto tenga la dimensión que tiene y que podamos entendernos desde distintos lugares».

Mónica Manzutto

José Kuri y Mónica Manzutto fundaron en 1999 la galería que funde sus apellidos, considerada hoy una de las más importantes del mundo y cuyo origen fue nómada, pues comenzó sin instalaciones, para establecerse después en la colonia San Miguel Chapultepec, sede que mantienen y que alternará con la neoyorquina, con un programa que complementa y dialoga el presentado en México.

La muestra de reciente apertura en el 520 West de 20th Street, titulada Todos juntos, evoca un principio de la galería desde sus orígenes: la complicidad.

«Fue muy interesante tener en Todos juntos a los artistas sin jerarquía alguna, al mismo nivel, algunos que quizá en lugares como Nueva York tienen una voz mucho menos conocida, pero en los que creemos profundamente y en los que tenemos que insistir. Una de las labores fundamentales de la galería es esa: insistir, más allá de tener una reacción del mercado o de las instituciones», puntualiza Kuri.

Ya estaban «todos juntos» cuando abrieron en 1999 su primera exposición en el mercado de la calle Medellín, en la Ciudad de México, en aquella etapa nómada, ambulante, a la que vuelven aunque estén establecidos, porque una galería no la determina el espacio, como se hizo patente en TITAN.

Este proyecto de arte al exterior fue concebido en 2020 por Damián Ortega y Bree Zucker en una serie de cabinas telefónicas sobre la 6a avenida en Nueva York.

La premisa fue una galería puede existir en un espacio abierto a cualquier hora, y libre para todos los espectadores, incluso a la media noche.

Proyectos anteriores han involucrado exposiciones y performance en espacios como mercados locales, jardines flotantes, estacionamientos o aeropuertos.

«Y cuando abrimos el espacio en la San Miguel Chapultepec también estaban todos, ahora otra vez. Nos gusta la idea de insistir; si ves la lista de artistas de hace 23 años, luego la de 2008 y la actual son muy parecidas, simplemente es ir sumando gente», expone Kuri.

Hoy Kurimanzutto representa a 35 artistas nacionales e internacionales que se involucran en el devenir de la galería.
«Creo que no hay ni una decisión importante de la galería que no tomemos en grupo, casi como gitanos», compara Manzutto.

EL TALLER DE LOS VIERNES

«Todos juntos» estaban, en realidad, desde antes, desde que el artista Gabriel Orozco -quien concibió la galería junto con Kuri y Manzutto en 1999– organizaba el legendario Taller de los viernes.

En la segunda mitad de los 80, la casa de Gabriel Orozco, en Tlalpan, se convirtió en espacio de arte, reflexión, estudio y amistad. El «taller de los viernes» ofrecía educación artística alternativa a la impartida en escuelas de arte.

Orozco regresaba del Círculo de Bellas Artes de Madrid cuando el artista Damián Ortega se acercó a él para proponerle el taller.

Ortega, ha contado, buscaba una persona con experiencia que le pudiera proporcionar la parte académica del arte que no veía en los planes de estudio de instituciones como la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) o la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.

El taller lo integraban, entre otros, Gabriel KuriAbraham Cruzvillegas y Jerónimo López, el Dr. Lakra.

«Le cambiábamos todos los viernes de nombre. De pronto se llamaba el taller ‘ahí viene Carlitos’, porque le huíamos a un cuate que quería ir (al taller); hablaba y le inventábamos que no estábamos. Él iba porque también quería conectar las fiestas, entonces no contestábamos el teléfono y a veces no abríamos la puerta y nos quedábamos callados.

«Otra vez le llamamos el taller ‘Ben Johnson’, por el corredor jamaiquino de metros planos, que luego empezaba en el doping, y nosotros nos habíamos vuelto fans», ha relatado José Kuri. (REFORMA 2014)

Orozco pensó en la idea de una galería diferente, sin un espacio fijo y que se adaptara a las necesidades de un posible arte nuevo en el país.

Así nació Kurimanzutto, con el signo del riesgo.

«Siempre hemos estado listos para arriesgar, desde no tener un espacio y funcionar como una galería que se iba moviendo por la Ciudad, idea que se trabajó con Gabriel Orozco y luego cada artista empezó a entender a la Ciudad como ese espacio de juego.

«Finalmente hemos estado jugando 23 años, hemos estado pensando juntos, pasándonosla muy bien, y creo que eso también es parte importante de lo que genera la galería.

«No lo digo de una manera ligera. Creo que de alguna manera hemos disfrutado mucho, con la idea de ser profesionales desde otro lugar», expone Manzutto.

Es otro lugar en el cual el compromiso y la seriedad en el trabajo no riñen con el disfrute, explica.

JUNTOS PERO NO ENCERRADOS

Aunque se mantienen «todos juntos» no sucumben a la autorreferencialidad, advierten los galeristas, quienes establecen conversaciones con otras generaciones y otros grupos de artistas, como lo hicieron en Siembra (2020-2021).

«Cuando estás tan cerrado, pensando en tus artistas, te puedes perder todo lo demás. Una de las maneras de que esto no sucediera fue hacer esta exposición e invitar a artistas de otras generaciones y estar muy en contacto con ellos», relata Kuri, quien junto con Manzutto toma cotidianamente el pulso del arte nacional e internacional.

«Si te quedas encerrado en tus cuatro paredes, en tus cuatro conversaciones, se desgastan; las tienes que estar nutriendo todo el tiempo de lo que ves, de lo que sientes. Lo que más nos gusta en sábado, domingo, jueves o viernes es ver exposiciones; no hay una que no veamos en México y estando en Nueva York vamos también a todas las galerías, a los museos. No hay que estar encerrado».

¿Cómo el arte los ha marcado más allá de lo profesional?
MM.- Creo que no hay una diferencia entre mi vida personal y mi vida profesional. Es una sola cosa; mis mejores amigos son las y los artistas de la galería, con quienes me gusta estar, con quien pasamos las vacaciones.
También mis hijos, nuestros hijos, se han vuelto parte de esa familia y no hay un momento en el que no estemos pensando en arte.

JK.- La manera de ver y de relacionarme con el mundo es través del arte.
Por ejemplo la historia de México -mi madre es una apasionada historiadora- me encanta verla a través del Valle de México pintado por José María Velasco, o el México después de la Revolución a través del muralismo y también de sus detractores.

MM.- El arte es una herramienta para justamente entendernos y para entender al mundo.

¿Ha sido también una herramienta para lograr no solo una galería, sino una pareja longeva, como la suya?
JK.- Llevamos 30 años juntos, 23 de galería. Dormimos, comemos, respiramos esto.

MM.- Supongo que si solo uno de nosotros hiciera este proyecto no sería igual. Lo especial es estar juntos y es lo que hace que este proyecto tenga la dimensión que tiene y que podamos entendernos desde distintos lugares. Somos muy distintos: nos complementamos y pensamos de una manera que también es importante para los artistas.

¿Qué pieza es la primera que ven cuando se levantan?
JK.- Aquí mismo tenemos un Jimmie Durham, que es artista de la galería y uno de nuestros guías y amigos más cercanos que murió hace un año; lo tenemos como «guardián».
Cuando tuvimos un lugar para vivir en Nueva York estaban vacías todas las paredes de la casa y sentía un hueco en el estómago.
Creo profundamente en que el arte te puede transformar como persona y genera que pienses de otra manera, y lo vivimos.
En el momento en que lo fuimos llenando, tomando el lugar, todo funcionó de otra manera. Nos despertamos y lo primero que vemos son dos dibujos de Jimmie también y en toda la casa, en los cuartos de los niños -ellos escogen lo que quieren- estamos rodeados de arte.
El arte, ya lo han dicho, no solo se contempla: también (sobre todo) se respira.

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