Los daños de la Voz Populi

Tubo de Ensayo, por René Delios ·

Hay veces que la voz populi hace daño por su maldad antigua, sus conocidos vicios, sus malos complejos, su fe fanática con sus cultos sucios y malversados, y su celo necio por mantener las cosas anquilosadas, oxidadas, sarrosas, equívocas.

El punto es que ganan, siempre ganan; se nota porque sino, nuestra gente fuera otra: íntegra, integral, integrada.

Hay entre nosotros los que han sabido manejar ese caudal torcido y logran excelentes posiciones; supieron -y saben- explotar morbo, la ignorancia, la ira de esa vox populi.

Lo que sorprende es que hasta los de al lado caen en ese juego, más vencidos por la constante de esas voces, que convencidos de la veracidad de sus versiones.

A Peña Nieto le llovió peor que a AMLO; los seguidores del tabasqueño, los panistas, perredistas y demás partidos, le daban al priista con todo, y eso que pagaba un varísimo a las cadenas de medios masivos: de poco le valió, el descontento cundió y el hartazgo o efecto AMLO, se dio en 2018.

Ahora es al revés volteado: reaccionarios, fuego amigo, intolerantes, corruptos, santiguados -decepcionados no, eso no van a jalar con los de antes, y se integran a la lista de abstencionistas, a lo más-; insisto: todos contra el tabasqueño que, contrario a su antecesor, ya estaba acostumbrado al bombardeo mediático e infame desde antes, igual ahora con razón por su negado populismo, su rechazado autoritarismo -todos los presidentes lo han sido: el solo estado mayor presidencial fue el vivo ejemplo de la prepotencia institucional-, y su megalomanía, pero el punto es que ni lo tambalean, y contrariamente confía en su gente: «el pueblo me cuida», dice como si fuera un caudillo, en esa como corriente sociopolítica que al parecer no es privativa de México, pues la centro izquierda sigue creciendo en América Latina con el triunfo de Lula -que va a acercar a Brasil con México, luego del distanciamiento obvio con el ultraderechista de Bolsonaro-, lo que motivó un comentario desajustado del Papa Francisco en torno a realizar política desde el pueblo, no un populismo, y menos seguir a falsos caudillos ¿Aludiendo? Al cómo en México los índices de popularidad de AMLO no descienden, aun el ataque frontal y desinformativo que las estructuras del dinero, le han aplicado al presidente desde antes que fuera candidato.

Por eso el tabasqueño confía mucho en su popularidad, por eso no paga culto a la imagen, no gasta los once mil millones de pesos que su antecesor gastó solo en el último año de gobierno, y eso tiene muy enojados a los dueños no solo de los medios informativos de todos los calibres, sino también al viejo establishment, y más que en las entidades que gobierna su partido, le están copiando la forma, y eso desata una frecuencia de ataques de todo tipo, en contra de la mal llamada cuarta transformación, que se ha quedado a medias y raya, ciertamente, en el autoritarismo, pues no debería ser el gobierno federal y sí el propio legislativo, el que debió impulsar una reforma electoral.

En este país toda mano hacia lo electoral, genera el beneficio de la duda.

Pero aun con eso, la marcha del domingo, no tambalean a AMLO, a Morena, aún lo que digan esas encuestas ríspidas: en lo personal no confió en las encuestas de estos días; son publicitarias, manipuladas, parte de la guerra sucia y de su respuesta.

Confió más en la real -con un ensayo en 2023, rubricada por los pueblos de Coahuila y Edomex-, la presidencial de 2024, que comprende también elegir 128 senadores y 500 diputados federales, nueve gubernaturas, 30 congresos locales, mil 580 ayuntamientos, 16 alcaldías y 24 Juntas municipales.

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