Las rectas finales

Tubo de Ensayo, por René Delios//

De a cómo se han interpretado los sexenios en México, entramos a la recta final del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y de los cinco gobiernos estatales que ganó su partido en 2018, y que fueron —en algunos casos en coalición— , Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México, Cuauhtémoc Blanco en Morelos, Rutilio Escandón en Chiapas, Adán López en Tabasco y Cuitláhuac García en Veracruz.

Son dos años que no dan ya para solucionar muchos problemas de índole social y económico existentes en la población -no en la macro economía, que ni llega a la población-, o al menos no se ve cómo elevar el nivel de vida en los mexicanos, porque se supone -quiero creer- que ese es el objetivo de todo gobierno que es buen administrador: el pueblo.

Desde luego que cada gobernante tiene claro sus logros, muy aparte de críticas al fragor político como se ven ahora en redes sociales; la evaluación de una administración no la da la autoridad sino la realidad y percepción social, como se hace en Chiapas con los gobiernos pasados de Salazar, Sabines y Velasco, y ahí sí que lo dejo al escrutinio ciudadano -y más ahora en que reaparecen políticos que la movieron en pasadas administraciones, y uno que otro dentro de la presente administración, en busca de la gubernatura.

Lo que se logre hacer en sexenio seguramente se integrará en el global del sexto informe de gobierno, y eso le dará más volumen , con la situación de que para esa fecha ya se habrá definido tanto la sucesión presidencial como la estatal, y salvo matices, en ambos escenarios los va a ganar Morena, pues la oposición tanto en México como en Chiapas, no existe, y menos si, el año que entre en Edomex y Coahuila, pierde el PRI.

Dado el cómo hemos visto las reacciones de rechazo a las determinaciones incluso presidenciales, éstas no han sido menores en el caso de los estados –el nuestro incluido-, y que una rala oposición utiliza buscando impactar desfavorablemente en la popularidad de los mandatarios, y sea lo que sea, es cuestionado o no reconocido, pero el punto es que los índices de popularidad no bajan, y como que algo no cuadra en la estrategia opositora, sea por desarticulada o manipuladora.

No tiene contundencia.

Ha sucedido desde el inicio del sexenio, tanto en los nombramientos que ha hecho -como por los que le han renunciado- como por las políticas de ahorcamiento presupuestal, que ha cerrado programas, proyectos, fideicomisos, lo que ha generado polémica y crítica “especializada” -como las de Loret de Mola- que ha causado más de una vez reacciones de intolerancia por parte de López Obrador que, en vez de usar su derecho de réplica, tasa por igual a todo aquel que, cuestione a la 4T y a él.

La diferencies es -eso sí- que otrora te cuestionaba un presidente y te tenías que ir del país por todo el sexenio, y lo mismo aplicaba en el caso de gobernantes estatales, con la diferencia de que solo tenías que cambiar por un rato, de estado.

¿Tienen idea de cuántos por quedar bien con el presidente o un gobernador en su caso, hasta te mataban?

Lo que si es cierto es que resulta muy difícil complacer a los mexicanos -y a chiapanecos, obviamente-, acostumbrados a sospechar de los políticos en sus decisiones cupulares y más en el caso de los gobernantes acostumbrados a usar discrecionalmente, los recursos públicos.

Y se supone que, sus decisiones deben de favorecer a la población, pues se supone que, las políticas de los gobiernos están enfocadas a eso: el pueblo.

Pero no con dádivas, como lo son los llamados programas sociales, males necesarios por la pobreza existente que, los políticos explotan mostrándose como benefactores cuando, les debería dar vergüenza de la incapacidad que ha existido para establecer el cómo fomentar un desarrollo humano integral que pondere a corto plazo un desarrollo sustentable y terminar con la marginación.

Pero produciendo, no parasitando; aportando a -no esperando recursos de- la nación.

Porque esos programas sociales tienen ¿seis, siete sexenios de que se aplican?

Y nada más no han reducido significativamente la pobreza, y ahí están -en frío- los números.

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