Falta contundencia; sobra demagogia

Tubo de Ensayo, por René Delios ·

Muy aparte de los distractores, están las realidades, y esas no se cambian: se censuran, pero ahí quedan.

Ahí están los índices reales de la condición social en México; y no es que no estuvieran, pero las ocultaron: toda la inversión para la censura fue inútil, ahora que ya se saben, ni al caso los reclamos al pasado si no se va a castigar a los culpables, pues lo real es que en la medida en que no se resuelvan, sigue creciendo, sea pobreza, delincuencia, impunidad. Lo que se necesitan es que se empiecen a ver disminuciones en los flagelos sociales que aquejan a México desde hace sexenios, y que de alguna forma u otra, inciden en esos índices desventajosos del que nos quejamos, como hoy, que es el día internacional de la mujer, una conmemoración áspera en la que grupos de mujeres organizadas en su mayoría, coinciden por todo el orbe en manifestar tanto su rechazo como su repudio a la falta de equidad, paridad, respeto y justicia, todo ello derivado de llamado patriarcado y discriminación social.

En México, el avance es lento, ciertamente; angustioso y de alerta: treinta feminicidios al día; es muestra del barbarismo y la pobreza cultural de nuestro pueblo, en dónde no se ha inculcado como debe ser el respeto de terceros -por igual-, y por lo tanto a actuar con transparencia, en casos de la competencia, sea política, administrativa, económica.

Pero, discriminamos a la mujer, la desplazamos, la marginamos y violentamos todos los días, y sobre el particular, cada vez que sucede se reitera que, por ese lado, somos un mal pueblo, que agrede y hasta mata a las madres, hermanas, hijas de México.

A las carnalas de la patria.

Por eso todo lo que digan los políticos y las políticas oportunistas, es puro bloff, y más si viene de sus iguales; las damas políticas que se montan de los días como hoy, y en los restantes no hacen nada, y se disciplinan a la misoginia de sus partidos, de los gobiernos de su partido, a los que no les gritan consignas como lo hacen hoy.

Pero ahí andan, en las marchas, igual para la foto.

Celebro con reservas que se combate a la corrupción; los que se quejan de las medidas de austeridad y del control presupuestal son parte de generaciones que crecieron con los regímenes de “póngame a donde hay”, y se acostumbraron a ese modus operandi que, desde luego, aún sigue vigente, y son pocos los que recuerdan que en los inicios de la presente administración, se procesó a funcionarios abusivos, por corrupción.

Aún padecemos impunidad, y menos que haya gente armada asesinando a personas. Eso no puede ser en una nación de instituciones, que se ampara en leyes.

Leyes que se tienen que hacer valer, aun las consecuencias, para fortalecer el estado de derecho.

Porque no se puede mostrar tolerancia por un lado y eficacia por otro: la ley es pareja, ciega pues: no tiene preferencias.

Cierto es que a nivel federal han caído peces gordos de pasadas administraciones, pero no los más gordos, porque de la misma manera en que la oposición hoy responsabiliza al presidente de las deficiencias, lo mismo pasó con los mandatarios inmediatos y nada: no son responsables de las corrupciones descubiertas, de las denunciadas procesadas.

¿Y luego?

Pero no se llega hasta allá, y eso ha generado mucha decepción pues, los supuestos culpables -Salinas, Cedillo, Fox, Calderón y Peña- nunca han sido acusados ante la instancia correspondiente, por presunto daño a la nación.

Queda claro que si hubieran sido buenos gobiernos, los resultados de eso lo viviéramos y no es así: heredaron toda una serie de conflictos que estamos aun pagando caro, mientras se acusa a un modelo político como el neoliberalismo, pero no se llama a cuentas a sus practicantes.

Falta contundencia; sobra demagogia.

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