Culpable

Una hasta el fondo, por Gil Gamés ·

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil leyó en sus periódicos que Genaro García Luna había sido declarado culpable de los cinco delitos por los que se le juzgaba en Nueva York. Gil lo leyó en su periódico El País en una nota bien trabajada de Elías Camhaji: culpable de conspiración por distribución internacional de cocaína; conspiración por distribución y posesión de cocaína; conspiración por importar cocaína; delincuencia organizada y declaraciones falsas en su solicitud de naturalización al declarar que no había cometido ningún delito. Nunca antes un ex funcionario mexicano del tamaño y el perfil de García Luna había sido llevado a juicio. ¿Cómo la ven? Sin la  menor intención de un albur conspirativo.

Un trascendido reveló que en Palacio Nacional mandaron sacar la charanda y sirvieron en preciosas copas de Tlaquepaque el líquido espirituoso y le dieron vuelo a la hilacha de la felicidad. O sea, uno de los ganadores de la condena de García Luna ha sido el presidente Liópez Obrador. No nos la vamos a acabar: de que se los dije, de que en el pasado neoliberal se conspiraba, de que eran robachicos, de que se chingaban las chelas del Oxxo, de que ponchaban llantas y rompían vidrios a pedradas. Y Liópez Obrador dirá que el único culpable es el ex presidente Calderón.

Dicen los que estuvieron presentes que los pocos invitados allá en Palacio se bajaron la botella de charanda y gritaban por los pasillos de Palacio: ora sí vamos a ver de qué correas salen más cueros (el efecto de la charanda). Al final todos tomaron pozol y comieron unos tamales de chipilín y luego soñaron con los jueces del jurado neoyorquino. Ah, le bonheur.

El cinismo sí anda en burro

La lectora y el lector lo saben desde hace días. Gil lo leyó en una nota de Pedro Hiriart publicada en su periódico El Financiero: “La ministra Yasmín Esquivel, señalada de plagiar su tesis de licenciatura, tramitó un amparo en contra de los lineamientos para la integración, conformación y registro del Comité de Ética de la Universidad Nacional Autónoma de México”. Asó como ostó lo oyó (qué chistoso, anjá).

El Comité de Ética de la máxima casa de estudios es el encargado de analizar la información recabada sobre el plagio de la tesis de licenciatura de la ministra, con lo que deberán realizar un informe que será entregado al rector de la universidad, Enrique Graue.

“Este lunes una persona acudió al Comité de Ética Universitario, en representación de la ministra Esquivel Mossa, a presentar sus argumentos sobre el caso”, dijo el rector Graue. Gil recordó la frase de Henry Lewis Stimson: “el único pecado mortal que conozco es el cinismo”.

Prudencia

Gil caminó sobre la duela de cedro blanco un tanto confundido: ¿Por qué algo que es tan transparente puede volverse traslúcido? Una nota de Rubén Castro Rivera publicada en su periódico El Universal informa que “luego de que Yasmín Esquivel promoviera un amparo en contra de los lineamientos de la integración del Comité de Ética de la UNAM, que investiga el plagio de su tesis, su representante ante la Universidad, Alejandro Romano, explicó por qué lo hizo”. Según ha expresado con claridad y honestidad a prueba de pedradas, no se trata de limitar la libertad de expresión de las autoridades universitarias, sino de que estas se rijan por el principio de prudencia. A Gil le encantó esto de la prudencia. Cállense la boca, sean prudentes. Y ella, la plagiaria, logra una suspensión prudente. Yasmín Esquivel arrojó al abismo su reputación, si alguna; a cambio, carga ahora con un costal de cinismo. Con todo, la ministra confía en el criterio ético del Comité. Como decía la extinta madre de Gil: habrase visto tamaña cara dura: le demuestran a la ministra, o lo que sea, que se roba la tesis y ella corre y pide un amparo para que el Comité de Ética de la UNAM guarde silencio. Es que de veras.

Todo es muy raro, caracho, como diría Robert Frost: “El jurado está compuesto por doce personas elegidas para decidir quién tiene el mejor abogado”.
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