Un llamado urgente a la justicia y la transparencia en Chiapas
La realidad que vive Chiapas en 2024 nos obliga a detenernos y reflexionar sobre dos caras de la misma moneda: la violencia de género y la corrupción que mina la confianza en nuestras instituciones. Dos escenarios alarmantes se entrelazan en la agenda pública: por un lado, el récord histórico de feminicidios que azota nuestro estado, y por otro, la impunidad que persiste en casos de desfalco y mala administración en instituciones clave, como el Cecytech.
El alarmante incremento de la violencia feminicida en Chiapas no es solo un número en las estadísticas, es el reflejo de una sociedad que, a pesar de los avances en derechos humanos, sigue permitiendo que la violencia contra las mujeres se mantenga en el centro de su realidad. Las cifras de este año han roto todos los récords, evidenciando un fracaso sistemático en la protección de quienes deberían ser resguardadas por el Estado. Cada caso representa una vida truncada, una familia destrozada y una comunidad que clama por justicia y seguridad. Es imprescindible que las autoridades redoblen esfuerzos para prevenir y erradicar estos crímenes, implementando políticas integrales que aborden tanto las raíces culturales de la violencia como la inacción institucional.
Simultáneamente, se hace patente la sombra de la corrupción en casos que debieran ser gestionados con transparencia y rigor. La reciente polémica sobre el desfalco en el Cecytech – tema que ha dado lugar a la reflexión de diversos analistas y a opiniones como la de Héctor Estrada – evidencia una preocupante tolerancia hacia la impunidad. Cuando se desvían recursos destinados a la educación y al desarrollo de nuestros jóvenes, no solo se traiciona la confianza pública, sino que se agrava un problema estructural que afecta la calidad de vida y las oportunidades de toda una generación.
La dualidad de estos problemas – la violencia feminicida y la corrupción – subraya una necesidad urgente: la renovación de nuestro compromiso social y político con la justicia y la transparencia. Es momento de repensar las políticas de seguridad y de gestión pública, de impulsar reformas que garanticen que ni la vida de las mujeres ni los recursos del Estado sean objeto de abuso y negligencia.
No podemos quedarnos de brazos cruzados ante cifras que crecen y casos que se diluyen en el olvido. La sociedad chiapaneca exige respuestas claras, acciones contundentes y, sobre todo, un cambio real en el trato hacia quienes son más vulnerables. Por un lado, es imperativo reforzar las estrategias de prevención, acompañamiento y sanción en casos de violencia de género; por otro, se debe instaurar un sistema robusto de rendición de cuentas que no permita que los responsables de desfalcos y corrupción se escuden en la impunidad.
Este editorial es un llamado a la acción para todos los sectores: autoridades, sociedad civil, organizaciones de derechos humanos y ciudadanos. La justicia no puede ser un privilegio de pocos ni una palabra hueca en discursos políticos. Debe ser la base de una sociedad que aspira a vivir en paz y dignidad, donde cada mujer pueda sentirse segura en su hogar, en la calle y en cualquier espacio público, y donde cada recurso del Estado se utilice con el fin de mejorar la vida de todos, sin favoritismos ni desvíos.
La crisis que enfrentamos en Chiapas es compleja, pero no insuperable. La solución radica en la voluntad política, el compromiso ético y la participación activa de cada uno de nosotros. Es hora de levantar la voz, de exigir investigaciones transparentes, sanciones ejemplares y políticas públicas que realmente transformen nuestra realidad. La violencia feminicida y la corrupción son heridas profundas en el tejido social; solo mediante la justicia, la transparencia y la solidaridad podremos sanarlas.
Con este compromiso, hacemos un llamado a los gobernantes y a las instituciones para que asuman su responsabilidad. El futuro de Chiapas depende de la capacidad de enfrentar estos desafíos con valentía y decisión. La memoria de las víctimas, tanto de la violencia de género como de la corrupción, exige que no se repitan estos hechos y que, de cada crisis, surja la oportunidad de construir un estado más justo, más humano y más íntegro.
Es momento de actuar. La historia nos juzgará por lo que hagamos hoy.