Ahí como lo ven, pocos saben que Aquiles Espinosa estudió medicina tres semestres, era un joven decidiendo el rumbo de su destino. Al recordar sus primeros años en Tuxtla, Aquiles no deja de hablar con asombro y agradecimiento de esta tierra que es su hogar.
“Tuve grandes maestros, que te podría decir que por ellos me interesé en la lectura, en la historia, en las ciencias, al grado que opté por el área de químico biólogo para después estudiar medicina, una carrera muy bonita que no terminé, pero a la que le tengo mucho respeto. En el tercer año de prepa me recibió la familia Gallegos, a la que le estaré eternamente agradecido.”
En opinión de Aquiles Espinosa, referente de la continuidad en Tuxtla, el pueblo tuxtleco se caracteriza por su alegría y su generosidad, siempre dispuesto ayudar a los que menos tienen, a los que se esfuerzan, pero les faltan oportunidades. Amigos que reciben a amigos. Familia que destina un cuarto al sobrino o a la prima que viene de algún municipio del interior.
“Cuando salí a estudiar a la Ciudad de México mi intención siempre fue volver a Chiapas. Jamás pensé en quedarme o trabajar en algún otro estado. Mi convicción fue regresar a vivir a Tuxtla Gutiérrez. De hecho, mi idea era no tener novia allá en la ciudad de México, porque si me caso allá, allá me voy a quedar. Así que la ganona fue mi esposa, porque regresé a Chiapas y aquí la conocí y en menos de un año nos casamos…”
La historia continúa en la próxima entrega.