Tapachula, Chis.-El Soconusco, se ha convertido en zona de guerra que las autoridades prefieren ignorar y los ciudadanos hacen la escalofriante comparación de ¿Afganistán en México?. Cadáveres torturados y desmembrados asolan la región costera, mientras el Gobierno Federal y Estatal miran hacia otro lado.
Un video viral en redes sociales, revela la cruel realidad: el infame Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) amenaza con una lista mortal de nombres y rutas de traficantes de personas, sembrando el terror desde Suchiate hasta Tapachula. ¿Pagarán la cuota o enfrentarán la muerte? A pesar del mensaje siniestro, varios de los mencionados ya han desaparecido en misteriosas circunstancias.
Apenas hace un par de semanas el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA), Tapachula, Nicolás Castañeda Javier hizo un llamado a las autoridades de los tres órdenes de gobierno a reforzar los operativos y garantizar la seguridad para la población tapachulteca, ya que, en medio de esta pesadilla, la tragedia golpea a inocentes en el lugar equivocado.
La «Tijuanita» o «Tierra de la Loba», como la llaman, se convierte en escenario de una lucha de venganza. Una Granada de Fragmentación mata indiscriminadamente, dejando a su paso la huella de la negligencia gubernamental y mientras los políticos buscan su propia gloria, los ciudadanos pagan el precio con sangre y sufrimiento.
La familia en duelo implora al Presidente Andrés Manuel López Obrador: ¡Basta ya! Exigen acción inmediata en estos municipios olvidados. ¿Dónde están los militares y la Guardia Nacional?, se preguntan y la desesperación crece, mientras los «polleros» explotan rutas clandestinas, sembrando un rastro de crímenes atroces, mientras la Fiscalía General de la República y la Fiscalía Estatal parecen más interesadas en titulares de prensa y likes en redes sociales que en proteger a los ciudadanos.
La inseguridad en Chiapas clama por soluciones reales. ¿Hasta cuándo se permitirá que el Soconusco se convierta en un campo de batalla? Las vidas destrozadas y los sueños aplastados merecen más que palabras vacías. El reloj avanza, y la pregunta persiste: ¿Quién defenderá a los indefensos mientras las autoridades se mantienen en silencio