Un Atlas que abre las puertas… y un reto que apenas comienza
La presentación del Atlas de Feminicidio por parte de la Fiscalía General del Estado marca un momento importante —y largamente esperado— en la lucha por la verdad, la transparencia y la justicia para las mujeres en Chiapas. Por primera vez, una institución pública pone a disposición de toda la ciudadanía una plataforma abierta, interactiva y con información oficial sobre los feminicidios registrados desde 2018. En un estado donde las cifras han sido históricamente disputadas y donde la opacidad ha profundizado la desconfianza social, este paso no es menor.
El Fiscal Jorge Luis Llaven Abarca lo dijo con claridad: no se trata de ocultar ni maquillar números, sino de visibilizar un problema que durante años ha golpeado en silencio a cientos de familias chiapanecas. Que la Fiscalía reconozca su responsabilidad y asuma un compromiso de puertas abiertas es un mensaje necesario en tiempos donde la violencia feminicida sigue siendo una herida abierta que no deja de sangrar.
Sin embargo, la transparencia —aunque indispensable— no basta. El Atlas es un punto de partida, no un punto de llegada. Las cifras que contenga, así como la tendencia que muestren sus mapas interactivos, deberán convertirse en líneas de acción concretas, políticas públicas urgentes y presupuestos eficientes. Para ello, será fundamental el papel de instituciones como Semuigen, cuyo compromiso de elaborar protocolos y materiales de prevención es una pieza clave para intervenir en territorios de alto riesgo.
La participación del Voluntariado, del Congreso local y de las áreas de derechos humanos refuerza una verdad que ya no admite matices: combatir la violencia contra las mujeres no es tarea de una sola dependencia, sino de un Estado entero. Lo recordó Floralma Gómez al señalar que las colectivas y organizaciones llevan años exigiendo este tipo de información; ahora que el Estado la asume, debe estar a la altura de quienes, desde la sociedad civil, han sostenido la lucha sin descanso.
Este ejercicio también obliga a mirar hacia los municipios con Alerta de Violencia de Género, así como a aquellos cuyo contexto sociocultural requiere intervenciones específicas. No todos los feminicidios ocurren bajo los mismos patrones ni responden a las mismas dinámicas; entender esas diferencias será crucial para diseñar estrategias efectivas.
El reconocimiento que hizo la diputada Elvira Catalina Aguiar Álvarez es certero: el Estado finalmente asume un trabajo que durante años recayó casi exclusivamente en las organizaciones civiles. Que lo haga con profesionalismo será determinante para recuperar la confianza perdida.
El Atlas de Feminicidio es un avance. Pero también es una obligación: cada dato registrado representa una vida arrebatada y una familia rota. Que esta nueva herramienta sea útil dependerá de lo que Chiapas haga con la verdad que ahora queda a la vista de todos.
La transparencia abre la puerta.
La justicia exige cruzarla.












