¿Regresan las peleas de gallos en Chiapas?
La posible reactivación de las peleas de gallos en Chiapas en noviembre vuelve a abrir un debate que no puede quedarse solo en la tradición o la economía. El gremio gallístico asegura haber demostrado disciplina y orden en sus eventos de prueba, cumpliendo con protocolos de seguridad y sin incidentes reportados. Pero el fondo del asunto no está en la logística, sino en lo que representan estas prácticas para la sociedad.
Más allá del folclor, las peleas de gallos están asociadas históricamente con un entorno de apuestas, consumo excesivo de alcohol y la presencia de grupos que, en muchas ocasiones, terminan vinculados con riñas, violencia y hasta delitos mayores. No es casualidad que el propio Gobierno del Estado haya suspendido los eventos en 2024 bajo el argumento de evitar riesgos en un clima de inseguridad.
A esto se suma el cuestionamiento ético: ¿hasta qué punto podemos justificar en nombre de la cultura una actividad que normaliza el maltrato animal? Mientras en diversas partes del mundo se avanza hacia el respeto de los derechos de los animales, en Chiapas seguimos discutiendo si debe prevalecer la costumbre o la modernidad.
La decisión que tome el Gobierno no será menor. Reactivar las peleas de gallos no solo significará el regreso de un espectáculo, también pondrá sobre la mesa el dilema de si el Estado está dispuesto a legitimar una práctica que, además de las heridas que deja en los animales, suele arrastrar consigo un ambiente de violencia social.
Chiapas es tierra de cultura, pero también de transformación. El reto está en definir si esa transformación nos lleva hacia adelante o nos mantiene anclados en dinámicas que poco contribuyen a la paz y el desarrollo que tanto necesitamos.