Chiapas: pobreza laboral que hiere la dignidad
El reciente informe del Inegi vuelve a poner el dedo en la llaga: Chiapas es la entidad con mayor pobreza laboral en el país. Seis de cada diez personas en el estado no logran adquirir, con lo que ganan, ni siquiera la canasta básica de alimentos.
El dato es devastador. Más allá de la estadística, significa que miles de familias chiapanecas tienen que elegir entre comer menos, endeudarse o depender de apoyos sociales para sobrevivir. En pleno 2025, esta realidad contradice cualquier discurso de progreso.
El ingreso laboral per cápita en Chiapas es de 1,690 pesos, menos de la mitad del promedio nacional. Se trata de una cifra que revela una economía estancada, donde los trabajos son precarios, la informalidad domina y los salarios resultan indignos frente al costo de la vida.
A ello se suma la desigualdad: las mujeres perciben menos que los hombres, lo que evidencia que la pobreza laboral también tiene rostro de género.
La pregunta es obligada: ¿qué han hecho los gobiernos, de todos los niveles y de todos los colores, para revertir esta tragedia social? Las respuestas, hasta ahora, son débiles. Chiapas continúa rezagado en infraestructura, en diversificación productiva y en políticas que garanticen empleo digno.
Es momento de dejar atrás la inercia. La pobreza laboral no puede seguir normalizándose. Se requieren estrategias de desarrollo de largo plazo, inversión en sectores productivos, impulso al campo con visión moderna, atracción de nuevas industrias y un verdadero compromiso con la educación y la capacitación laboral.
Lo contrario será seguir administrando la miseria, condenando a generaciones enteras a vivir sin oportunidades. Chiapas merece más que cifras que cada año confirman lo mismo: la urgencia de una transformación económica real.