Urge un compromiso real para erradicar las muertes por enfermedades prevenibles en Chiapas
Chiapas sigue ocupando, de manera alarmante, uno de los primeros lugares a nivel nacional en mortalidad por enfermedades prevenibles, especialmente aquellas de tipo diarreico y respiratorio. Este dato, revelado por el doctor Roberto Heiner González, responsable del programa de enfermedades diarréicas y respiratorias de la Secretaría de Salud estatal, debe sonar una alerta urgente para las autoridades y la sociedad en general.
El año pasado, 364 personas, en su mayoría niñas, niños y adolescentes, perdieron la vida a causa de estas enfermedades que podrían evitarse con condiciones mínimas de salud pública. ¿Por qué ocurre esto? Las causas son múltiples y profundas: pobreza persistente, falta de acceso universal a agua potable, deficiencias graves en infraestructura sanitaria y, muy importante, una educación insuficiente en prácticas básicas de higiene.
El 80% de los casos se deben a virus, mientras que el 20% restante es provocado por bacterias como la fiebre tifoidea, cuya resistencia creciente a los antibióticos representa un desafío adicional. Las condiciones geográficas y sociales del estado, con comunidades marginadas que padecen hacinamiento y escasa cloración del agua, crean un caldo de cultivo para la propagación de agentes infecciosos.
Lo más preocupante es que muchas familias aún desconocen medidas sencillas y efectivas, como el correcto lavado de manos o la cloración del agua para consumo, lo que incrementa la incidencia de contagios y, en última instancia, muertes evitables.
Aunque se han impulsado campañas de prevención, sus resultados son limitados mientras no exista una cobertura adecuada de servicios básicos y una inversión sostenida en infraestructura sanitaria y educación. La temporada de lluvias, que eleva el riesgo de brotes, vuelve aún más urgente el reforzamiento de estas acciones.
Chiapas no puede ni debe continuar siendo un referente nacional en muertes por enfermedades prevenibles. Revertir esta situación exige un compromiso integral y firme de todos los niveles de gobierno, junto con la participación activa de la sociedad civil. La salud es un derecho básico y un pilar para el desarrollo social; su abandono tiene costos humanos incalculables.
Es momento de pasar de las palabras a la acción concreta. De lo contrario, seguiremos lamentando vidas que podrían salvarse con medidas sencillas, pero que requieren voluntad, recursos y coordinación efectiva. La verdadera prevención comienza con infraestructura digna, educación continua y acceso garantizado a servicios de salud esenciales para toda la población chiapaneca.