RAYOS Editoriales 19.2.25

Exigen Justicia y Paz: El Lamento de los Veterinarios y la Inquietud de Pantelhó

Chiapas vive un clima de creciente preocupación y angustia, reflejada en dos situaciones que muestran la vulnerabilidad de los ciudadanos ante la violencia y la falta de justicia. Por un lado, el asesinato de un veterinario en la región ha destapado una herida abierta en la comunidad de profesionales de la salud animal, quienes exigen justicia y recuerdan que, a pesar de su noble labor, no son invencibles. Por otro lado, los habitantes de Pantelhó han alzado la voz contra la imposición de un Concejo Municipal, temiendo que esta medida, lejos de traer paz, desate una nueva ola de violencia en una comunidad ya golpeada por años de inseguridad.

El asesinato de un veterinario en Chiapas ha dejado consternados a sus colegas, quienes se han manifestado públicamente para exigir justicia. Las palabras de los profesionales del sector resuenan con fuerza: “No somos dioses”, destacando que, a pesar de su compromiso y entrega por el bienestar de los animales, también son seres humanos vulnerables ante la violencia creciente. Este crimen, lejos de ser un hecho aislado, forma parte de un contexto más amplio de inseguridad que afecta a todos los sectores de la sociedad. La indignación de los veterinarios no solo se centra en la pérdida de un colega, sino en la sensación de impunidad que prevalece en Chiapas y en muchas otras partes del país. Las autoridades deben actuar con firmeza para esclarecer este caso y dar un mensaje claro de que la violencia no quedará impune.

Por otro lado, el conflicto en Pantelhó, donde sus habitantes enfrentan la imposición de un Concejo Municipal, ha encendido las alarmas sobre posibles actos de violencia. La comunidad, ya acostumbrada a vivir en un entorno de inseguridad, ve con desconfianza el arribo de una administración externa. Los pobladores temen que esta intervención exacerbe los problemas de violencia y división que ya arrastra el municipio, sumándose a la tensión que se vive en muchas regiones del estado. La imposición de autoridades sin el consenso de la población es una receta peligrosa que, lejos de pacificar, podría profundizar la crisis de inseguridad.

Estas dos situaciones, aunque aparentemente distintas, comparten una raíz común: la falta de justicia y el creciente clima de violencia en el estado. Tanto los veterinarios como los habitantes de Pantelhó se sienten desprotegidos. La impunidad y la indiferencia de gobiernos anteriores ante las demandas sociales solo perpetúan la desconfianza y el temor en la población.

Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto. La justicia para el veterinario asesinado en Chiapas no puede esperar más, y los habitantes de Pantelhó merecen ser escuchados antes de que la violencia se desborde aún más. Chiapas necesita medidas contundentes para restaurar la paz y garantizar que sus ciudadanos, sin importar su profesión o ubicación, puedan vivir sin el temor constante de ser víctimas de la violencia. La inseguridad y la injusticia no pueden seguir siendo la norma.

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