EDITORIAL | Menos incendios, pero más conciencia: el Cañón del Sumidero en riesgo
Chiapas ha logrado reducir significativamente la incidencia de incendios forestales en esta temporada, una noticia alentadora que refleja el esfuerzo conjunto entre autoridades, brigadistas y ciudadanía. Los números hablan de coordinación, prevención y respuesta oportuna. Sin embargo, sería un error caer en el triunfalismo: mientras apagamos un frente, otro arde con consecuencias igual de graves.
El Cañón del Sumidero, uno de los íconos naturales más representativos de Chiapas y de México, enfrenta un ecocidio silencioso. La amenaza no es el fuego, sino las invasiones irregulares que avanzan sobre su reserva, fragmentan su ecosistema y comprometen su biodiversidad.
La paradoja es dolorosa: mientras disminuyen las hectáreas afectadas por incendios, crecen las zonas taladas, urbanizadas ilegalmente o convertidas en tiraderos. Este patrimonio natural no solo es un atractivo turístico, es un pulmón vital para Tuxtla Gutiérrez y un símbolo de nuestra identidad chiapaneca.
La respuesta institucional no puede ser tibia ni parcial. Se necesita aplicación firme de la ley, recuperación del territorio invadido y, sobre todo, voluntad política para enfrentar intereses que lucran con la destrucción ambiental. También se requiere una ciudadanía vigilante, consciente y exigente.
Celebramos los avances en materia de prevención de incendios, pero no podemos cerrar los ojos ante otras formas de agresión ambiental. El verdadero reto es entender que la protección del medio ambiente no puede ser temporal ni selectiva: debe ser una política de Estado y un compromiso colectivo.
Porque si permitimos que el Cañón del Sumidero sea consumido por la omisión, la complicidad o el silencio, habremos perdido mucho más que una batalla ecológica: habremos renunciado a nuestra responsabilidad con las generaciones futuras