196 razones para dudar
El Gobierno federal ha anunciado que se hará cargo de la distribución de medicamentos en todo el país. Para lograrlo, planea operar con 196 unidades (entre camiones y cajas refrigeradas), arrendadas a través de un esquema en el que el proveedor sólo entregará los vehículos, mientras que la logística, choferes, combustible, mantenimiento y entrega final dependerán del propio gobierno.
La promesa suena ambiciosa. Pero también suena poco realista.
Para dimensionar el reto, vale una simple comparación: Bimbo, la panificadora más grande de México, utiliza 27,745 camiones para repartir sus productos por todo el país. Y estamos hablando de pan, no de medicamentos que requieren temperatura controlada, tiempos exactos de entrega y rutas que a menudo deben atravesar zonas rurales, aisladas o con condiciones de seguridad complejas.
Frente a eso, la estrategia oficial parece más una declaración de fe que un plan logístico serio. Y la fe, aunque poderosa, no distribuye medicinas.
Peor aún, hace apenas unas semanas el IMSS-Bienestar declaró desierta una licitación para arrendar entre 108 y 256 unidades, lo que indica que ni siquiera han podido conseguir los vehículos necesarios. ¿Cómo pretenden entonces que 196 unidades cubran lo que requiere una red nacional de salud?
La salud no admite simulaciones. Si este plan fracasa, no faltará pan, pero sí podrían faltar medicinas en los hospitales más necesitados. El costo de un error de cálculo aquí no se mide en pesos ni votos, sino en vidas.
¿Puede Morena hacer con 196 unidades lo que una empresa privada hace con casi 28 mil?
Puede intentarlo. Pero el país no está para experimentos.