Seguridad y percepción internacional: una llamada de atención
La más reciente alerta emitida por el Departamento de Estado de Estados Unidos sobre el riesgo de terrorismo en México, incluyendo a la Ciudad de México, debería encender todas las alarmas. No se trata de un aviso menor: la advertencia solo exenta a Campeche y Yucatán, dejando en evidencia que, para el gobierno estadounidense, prácticamente todo el territorio nacional es considerado de riesgo para sus ciudadanos.
A ello se suma la entrega, por parte de México a Estados Unidos, de 26 personas con presuntos vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa. La operación, aunque relevante en términos de cooperación binacional, también deja entrever una realidad incómoda: las principales estructuras criminales en nuestro país no solo operan con alcance nacional, sino que su capacidad de influencia trasciende fronteras.
Estos dos hechos, ocurridos en un lapso de horas, dibujan un panorama de seguridad que no se resuelve con cifras optimistas o discursos triunfalistas. La percepción de riesgo que hoy tiene la comunidad internacional sobre México es resultado de años de violencia acumulada, de territorios disputados y de redes criminales que han sabido infiltrarse en la economía, la política y la vida cotidiana.
Minimizar estas advertencias es un error. El país necesita replantear su estrategia de seguridad, fortalecer el Estado de derecho y garantizar que las instituciones funcionen sin filtraciones criminales. De lo contrario, México seguirá apareciendo en listas de alerta internacional, no por sus atractivos culturales o turísticos, sino por la inseguridad que no hemos logrado erradicar.