Desapariciones infantiles: una herida abierta en Chiapas
En los primeros tres meses de 2025, Chiapas ha registrado la desaparición de 115 niñas, niños y adolescentes, según datos de la Red por los Derechos de las Infancias y las Adolescencias en Chiapas (REDIAS). Este promedio de casi 40 casos mensuales no solo es alarmante, sino que refleja una crisis que se ha venido gestando y agravando en los últimos años.
Las estadísticas son contundentes: ocho de cada diez menores desaparecidos son mujeres adolescentes, siendo los 15 años la edad más frecuente entre las víctimas. Los municipios de Tuxtla Gutiérrez, Tapachula y San Cristóbal de Las Casas concentran la mayoría de los casos, mientras que las regiones del Soconusco y Metropolitana encabezan las denuncias.
Este fenómeno no es aislado ni reciente. En 2024, se reportaron 484 desapariciones de menores en el estado, de las cuales 107 siguen sin ser localizadas y cinco fueron encontradas sin vida. Las adolescentes mujeres, especialmente entre los 14 y 17 años, son el grupo más afectado.
La situación se agrava por la creciente violencia en la región, donde la disputa entre cárteles ha incrementado los índices delictivos. En 2024, Chiapas registró 525 asesinatos, un 50% más que en el mismo periodo de 2023, convirtiéndose en el año más violento desde 2015.
Las desapariciones de menores no solo representan una tragedia para las familias afectadas, sino que también evidencian la falta de estrategias efectivas por parte de las autoridades para prevenir y atender esta problemática. La activación oportuna de alertas, la investigación diligente y la implementación de políticas públicas enfocadas en la protección de la niñez y adolescencia son urgentes.
Es imperativo que la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y las autoridades trabajen de manera conjunta para frenar esta ola de desapariciones. Cada menor desaparecido es una historia truncada, una promesa arrebatada y una herida que no cicatriza en el tejido social de Chiapas.
No podemos permitir que la desaparición de nuestros niños y adolescentes se convierta en una estadística más. Es momento de actuar con decisión, empatía y compromiso para garantizar un futuro seguro y digno para nuestras infancias.