El grito de los jubilados: la deuda moral del gobierno chiapaneco
El anuncio de movilizaciones por parte del Sindicato de Jubilados y Pensionados de la Burocracia en Chiapas es más que una protesta sectorial; es un grito desesperado de una generación a la que el Estado le ha fallado. Cuando un gobierno permite que quienes dedicaron su vida al servicio público terminen sus días enfrentando carencias médicas, pensiones menguadas y la indiferencia institucional, no estamos ante un simple problema administrativo: es una deuda moral.
El ISSSTECH, institución que debería ser sinónimo de seguridad y bienestar para los trabajadores jubilados, ha sido denunciada de manera reiterada por sus deficientes servicios de salud. Medicamentos de baja calidad, citas médicas postergadas por meses y descuentos injustificados en las pensiones son apenas la punta del iceberg. Pero lo más alarmante es la actitud de las autoridades: evasivas, silencios cómplices y una burocracia que diluye las demandas en trámites estériles.
Mientras otros sectores de la burocracia reciben apoyos como el pago de transporte, a los jubilados se les niega incluso el derecho a la atención médica digna. Un aumento salarial del 3% es insultante cuando la inflación devora mes a mes lo poco que queda de sus pensiones. Más que cifras, hablamos de seres humanos que ven cómo sus últimos años se desdibujan entre la negligencia y el olvido.
La gestión de la directora del ISSSTECH, María del Carmen Fernández Benavente, ha sido incapaz de responder a las demandas de los afectados. Tampoco el gobierno estatal ha mostrado voluntad de escuchar a quienes, en otras épocas, construyeron el andamiaje institucional que hoy —irónicamente— les da la espalda.
La movilización de los jubilados no es solo legítima, es necesaria. Porque cada día que pasa sin soluciones, es un día más de humillación para quienes ya dieron todo. Exigir al gobernador un alto a esta cadena de negligencias no es pedir un favor, es recordarle su obligación de gobernar para todos, empezando por los más vulnerables.
La deuda del Estado con sus jubilados es una deuda ética. Y mientras no se salde, la administración actual cargará con el peso de la ingratitud.