¿Acordeones o democracia? La 4T y el riesgo de la simulación institucional
La reciente publicación de listas no oficiales —los llamados “acordeones”— que circulan entre estructuras morenistas para definir candidaturas a cargos clave en el Poder Judicial y órganos autónomos, plantea una pregunta incómoda pero urgente: ¿estamos ante un ejercicio de institucionalidad democrática o frente a una simulación de control político disfrazada de participación?
De acuerdo con la información difundida, estas listas incluyen nombres de aspirantes a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Tribunal Electoral y el Tribunal de Disciplina, muchos de ellos con vínculos directos con figuras prominentes de la Cuarta Transformación. Aunque se argumenta que la intención es garantizar la continuidad del proyecto político, la práctica de elaborar “acordeones” sin un proceso transparente y abierto a la ciudadanía socava los principios democráticos que la 4T afirma defender.
La concentración de decisiones en cúpulas partidistas y la falta de mecanismos claros de selección generan desconfianza y alimentan la percepción de que las instituciones están siendo cooptadas para servir a intereses particulares. En un contexto donde la legitimidad de las instituciones es fundamental para el fortalecimiento del Estado de Derecho, estas acciones pueden tener consecuencias negativas a largo plazo.
Es imperativo que los procesos de selección de funcionarios públicos se conduzcan con transparencia, equidad y participación ciudadana. Solo así se podrá construir una democracia sólida y representativa, donde las instituciones respondan verdaderamente a las necesidades y aspiraciones del pueblo.
La Cuarta Transformación tiene la oportunidad de demostrar su compromiso con la democracia no solo en el discurso, sino en la práctica. Abandonar las prácticas opacas y apostar por procesos abiertos y participativos será esencial para consolidar un proyecto político que aspire a una transformación real y duradera.Chiapasparalelo
La ciudadanía merece instituciones fuertes, independientes y legítimas. Es responsabilidad de todos, especialmente de quienes ostentan el poder, garantizar que así sea.