Inglés: un privilegio que Chiapas no se puede permitir
La globalización y el dominio del idioma inglés en ámbitos académicos, laborales y tecnológicos son realidades que ya no pueden ignorarse. Sin embargo, Chiapas figura entre las entidades más rezagadas del país en esta materia. Según el EF English Proficiency Index 2023-2024, Tuxtla Gutiérrez obtuvo una de las calificaciones más bajas a nivel nacional, con apenas 448 puntos.
Aunque el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) no proporciona cifras específicas por estado, estimaciones del British Council indican que solo el 5 por ciento de la población mexicana habla inglés con fluidez. En el caso de Chiapas, ese porcentaje podría ser incluso menor al 3 por ciento, debido al rezago educativo, el limitado acceso a internet y la falta de formación docente en lenguas extranjeras.
Esto plantea un desafío estructural que va mucho más allá del aprendizaje de una segunda lengua. En Chiapas, más del 28 por ciento de la población habla alguna lengua indígena, y cerca del 13 por ciento de las personas mayores de 15 años son analfabetas. ¿Cómo hablar de bilingüismo con enfoque internacional si aún hay pendientes urgentes en la alfabetización básica?
En destinos turísticos como San Cristóbal de Las Casas o Palenque, algunos habitantes han desarrollado nociones básicas de inglés gracias al contacto directo con visitantes extranjeros. Pero estos casos siguen siendo la excepción, no la regla. La mayoría de la población continúa sin acceso a herramientas educativas suficientes para nivelarse frente a otros estados o países.
Especialistas coinciden en la necesidad de fortalecer la enseñanza del inglés desde los niveles básicos y medio superior, con un enfoque intercultural y apoyado en tecnologías accesibles. Reforzar el idioma no debe verse como una amenaza a las lenguas originarias, sino como una herramienta que complemente la diversidad cultural del estado.
Dominar el inglés en Chiapas no puede seguir siendo un privilegio de pocos. Debería ser una posibilidad real, con políticas públicas firmes, formación docente especializada y acceso equitativo a plataformas de aprendizaje. Porque sin equidad educativa, no hay desarrollo posible.