Educación en espera: la opacidad en las convocatorias docentes
La educación pública en Chiapas atraviesa una encrucijada que no puede seguir postergándose. Este primero de octubre, un grupo de egresados de diversas normales volvió a salir a las calles de Tuxtla Gutiérrez para exigir lo que debería ser un derecho garantizado: procesos transparentes y puntuales en la asignación de plazas docentes.
La demanda no es nueva. Miles de jóvenes formados en primaria y preescolar bilingüe, telesecundaria, música y educación física esperan, desde hace más de una década en algunos casos, la oportunidad de acceder a una plaza base. El retraso en la publicación de convocatorias no solo es un agravio a los aspirantes, también es un golpe directo a la calidad educativa en un estado con profundas carencias en cobertura y formación.
Resulta inadmisible que, a estas alturas del ciclo escolar, la Secretaría de Educación estatal permanezca en silencio, sin ofrecer respuestas claras ni calendarios oficiales. ¿Dónde están las plazas? ¿Qué criterios se aplicarán? ¿Qué se está privilegiando en lugar del mérito y la preparación de los egresados?
La opacidad en este proceso alimenta la sospecha de discrecionalidad y favorece la percepción de que las plazas se reparten por criterios políticos, no académicos. Es un círculo vicioso que desalienta a los futuros maestros y debilita a la educación pública.
El llamado es urgente: Chiapas necesita certeza, reglas claras y transparencia en la asignación de plazas docentes. No se trata de dádivas, sino de garantizar el derecho al trabajo digno y al mismo tiempo fortalecer las aulas que esperan profesores preparados. Ignorar estas voces solo profundizará la inconformidad social y el rezago educativo.
La Secretaría de Educación tiene la palabra. Y el deber.