Entre luces y regalos, el abandono animal crece
La advertencia no debería pasar inadvertida en medio del ambiente festivo que envuelve a la temporada decembrina. Regalar mascotas en Navidad, lejos de ser un acto de amor, se ha convertido en una práctica que alimenta el abandono y la explotación animal, una realidad que cada año se repite con consecuencias visibles en las calles y en los refugios saturados.
La demanda de cachorros durante estas fechas detona un mercado que opera sin escrúpulos. La reproducción indiscriminada de animales, particularmente de hembras caninas, responde a intereses económicos que ignoran por completo el bienestar y la dignidad de los seres vivos. Convertidos en mercancía, los animales son vendidos como regalos de ocasión, sin que exista una reflexión real sobre la responsabilidad que implica su cuidado.
El problema se agrava cuando pasa la emoción de las fiestas. Muchos de estos animales, una vez que crecen y requieren mayores atenciones, alimentación constante y gastos veterinarios, son abandonados o entregados nuevamente. Esta lógica de uso y desecho evidencia una profunda falta de conciencia social y una normalización de la crueldad.
Es indispensable recordar que las mascotas no son juguetes ni premios. Son seres sintientes, protegidos por la ley, que requieren tiempo, espacio, atención médica y un compromiso permanente. En el caso de niñas y niños, la convivencia con animales puede ser formativa y positiva, siempre que los adultos asuman la responsabilidad y fomenten el respeto y el trato digno.
Frente a este panorama, la adopción responsable se presenta como una alternativa ética y necesaria. Optar por adoptar, en lugar de comprar, no solo brinda una segunda oportunidad a miles de animales abandonados, sino que también contribuye a frenar un mercado que se sostiene en el maltrato. Esta Navidad, el verdadero gesto de conciencia no es regalar una mascota, sino asumir la responsabilidad de proteger la vida.












