El reto de combatir la corrupción para cambiar la historia de Chiapas
El reciente Índice de Competitividad Estatal (ICE) 2025, presentado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), volvió a encender las alertas sobre un tema que lleva años minando las oportunidades de desarrollo en nuestra entidad: la corrupción.
Según el estudio, Chiapas y Michoacán comparten el deshonroso primer lugar en percepción de corrupción, con un 88% de su población urbana considerando que estas prácticas son frecuentes o muy frecuentes. No se trata de una cifra aislada ni de una impresión subjetiva; es un reflejo claro de la desconfianza social hacia las instituciones y de cómo este fenómeno detiene inversiones, desalienta a los emprendedores y complica la llegada de proyectos productivos.
Más preocupante aún resulta que, en el ranking general de competitividad, Chiapas ocupa el último lugar nacional. La entidad se enfrenta a rezagos graves en diversificación económica, capacidad de innovación y condiciones para hacer negocios, aspectos esenciales si se pretende aprovechar programas federales como el Plan México, diseñado para detonar el desarrollo en regiones marginadas.
Es cierto que el estado mantiene ventajas, como una baja incidencia delictiva y una menor brecha salarial de género, pero estos factores no son suficientes para compensar los estragos de una corrupción arraigada que, año tras año, erosiona la confianza ciudadana y aleja el crecimiento.
Si Chiapas quiere aspirar a cambiar su lugar en ese ranking y dejar de figurar en las listas de rezago, es imprescindible que los gobiernos estatal y municipales dejen de ver la corrupción como una práctica tolerable o negociable. Es momento de aplicar verdaderos controles, profesionalizar los servicios públicos y sancionar a quienes lucran con los recursos colectivos.
La competitividad no depende sólo de los planes federales ni de discursos optimistas. Se construye desde lo local, desde las oficinas de gobierno, desde las ventanillas de atención al ciudadano y desde las decisiones cotidianas de quienes tienen la responsabilidad de administrar el dinero y las oportunidades de todos.
Es tiempo de cambiar la percepción… y sobre todo, la realidad.