RAYOS Editoriales · 13.05.25

Ciberdelitos al alza: la otra cara de la conectividad en zonas marginadas

El avance tecnológico ha alcanzado hasta los rincones más remotos de Chiapas. En comunidades marginadas donde el acceso a computadoras o internet tradicional sigue siendo limitado, los teléfonos celulares se han convertido en la principal herramienta de conexión al mundo. Sin embargo, esta nueva ventana de oportunidades también ha abierto la puerta a una preocupante realidad: el aumento de los ciberdelitos entre adolescentes.

Un estudio reciente realizado en la comunidad de Nueva Palestina revela que, aunque el acceso a herramientas digitales es incipiente, los jóvenes están cada vez más expuestos a fenómenos como el ciberacoso, el sexting, la suplantación de identidad y otras formas de violencia digital. La presencia de dispositivos móviles sin una adecuada educación digital está dejando a esta población particularmente vulnerable.

Esta situación no es exclusiva de Chiapas. En todo el país, los delitos cibernéticos han mostrado un alarmante crecimiento. Según datos de la Dirección Científica de la Guardia Nacional, los reportes se duplicaron en apenas seis años, pasando de poco más de seis mil en 2015 a más de quince mil en 2020. Fraude electrónico, difamación y amenazas encabezan la lista de los delitos más comunes.

En Chiapas, el panorama es especialmente grave. Más de un millón de chiapanecos —aproximadamente el 20% de la población— han sido víctimas de ciberacoso, siendo los adolescentes y las mujeres los más afectados. Esta cifra es más que una estadística: es un llamado urgente a la acción.

Es imperativo que el Estado, en colaboración con instituciones educativas, tecnológicas y organizaciones civiles, implemente programas de alfabetización digital enfocados en la prevención del delito cibernético. No basta con acercar la tecnología a las comunidades marginadas; es necesario también enseñar su uso seguro, responsable y crítico.

La conectividad no debe convertirse en un nuevo factor de desigualdad. Por el contrario, debe ser una herramienta para el desarrollo integral, siempre y cuando vaya acompañada de educación y protección. La juventud chiapaneca merece navegar con libertad, pero también con seguridad.

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