RAYOS Editoriales · 11.7.25

Matrimonio infantil: una deuda moral que no puede esperar 300 años

Los datos son, sin exageración, escalofriantes. Doce millones de niñas son obligadas cada año a casarse antes de cumplir los 18 años; dos millones de ellas ni siquiera alcanzan los 15. Save the Children ha lanzado una advertencia que debería cimbrar la conciencia global: al ritmo actual, tardaremos 300 años en erradicar esta forma de violencia.

Hablar de matrimonio infantil no es referirse a una tradición lejana o ajena. Es una de las violaciones más graves a los derechos humanos que se perpetúan en pleno siglo XXI, motivada por la pobreza, la desigualdad, los conflictos armados y, ahora también, por los efectos del cambio climático. En regiones enteras de Asia, África y América Latina —incluyendo nuestro propio continente—, esta práctica sigue condenando a millones de niñas a una vida truncada: sin educación, expuestas a violencia, embarazos forzados y la pérdida definitiva de su infancia.

Lo que resulta todavía más alarmante es que el avance logrado en décadas recientes está en riesgo. La crisis climática no solo derrumba cosechas y economías familiares, también arrastra consigo los derechos de niñas que, para sobrellevar la miseria, son entregadas en matrimonio prematuro. Esta realidad, documentada ya en países como Sudán del Sur, Burkina Faso o Bangladesh, también toca a América Latina y el Caribe, donde la prevalencia de estos matrimonios se mantiene estancada en 23%.

México, y particularmente regiones del sureste como Chiapas, tampoco son ajenas a esta problemática. Aquí, las desigualdades estructurales y las carencias en las zonas rurales e indígenas han permitido que prácticas como el matrimonio infantil subsistan de forma velada, normalizadas por usos y costumbres o por la necesidad económica.

El llamado que hace Save the Children debe leerse con seriedad y sin complacencias. Esperar tres siglos para resolver esta tragedia no es opción. Se necesita voluntad política real, inversión social, educación sexual integral y políticas de protección a la niñez que no queden sólo en papel.

Combatir el matrimonio infantil es una responsabilidad global, pero también una urgencia local. Porque detrás de cada cifra, hay una vida, una infancia perdida y una oportunidad negada. Y esas deudas morales no deberían acumularse siglo tras siglo.

El Sol de Chiapas reafirma su compromiso con la visibilización de esta problemática y con la exigencia de políticas públicas efectivas que garanticen los derechos de las niñas y adolescentes. La infancia no puede esperar.

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