A Mi Manera, por Rodrigo Yescas Núñez
Este domingo habrá elecciones judiciales. O al menos así le llaman al simulacro que se va a montar para aparentar democracia en un proceso que desde su origen huele a trampa. Y les voy a decir algo muy claro: yo no voy a ir a votar. Y no por apatía o desinterés, sino por conciencia. Porque hacerlo sería legitimar la violación descarada a la Constitución que comenzó cuando, a base de amenazas, sobornos y presiones disfrazados de favores, se consiguió una mayoría calificada a modo. Una mayoría que no representa a los ciudadanos, sino a un grupo de poder que tiene secuestrado al país.
No voy a ir porque, seamos honestos, los resultados ya están decididos. Morena y su camarilla ya asignaron los puestos, repartieron las candidaturas y hasta anunciaron a los ganadores. Solo faltan las fotos de las urnas llenas y los discursos triunfalistas. Los votos ni se van a contar, porque ni siquiera importan. Lo único que buscan es reportar una alta participación para decir que el pueblo avaló el golpe definitivo a un poder que debería ser autónomo: el Judicial.
Esto, además, no es más que una vendetta personal del expresidente, ese que se sigue creyendo emperador y que jamás toleró que un juez le corrigiera la plana. Que se sintió humillado cada vez que la ley detuvo sus caprichos faraónicos, esos que hoy son monumentos a la incompetencia y el despilfarro: el narcotren maya que arrasó selvas y comunidades, la refinería que no refina ni chapopote, y el aeropuerto que funciona como aduana alterna para vuelos clandestinos provenientes de Venezuela y Cuba. Elefantes blancos que ya se tragaron presupuestos federales y estatales y que estamos lejos aún de terminar de pagar.
No voy a participar en esa farsa porque no pienso ser cómplice de la muerte anunciada de la división de poderes en México. Porque no quiero ser parte de la ceremonia que le pondrá la última palada de tierra a un Poder Judicial que hoy tiene como aspirantes a presidir la Suprema Corte a tres figuras impresentables. No por su aspecto, sino por su trayectoria, su obediencia servil y su absoluto desdén por la Constitución.
Votar este domingo solo serviría para legitimar la mentira. Para que digan que «el pueblo decidió». Y yo, al menos, no les voy a regalar mi firma en ese cheque en blanco, no señor. Nos vemos…