Tubo de Ensayo, por René Delios ·
Si se va a acabar con el clientelismo que generó el “neoliberalismo”, lo obligado es concluir y bien, con el paternalismo absoluto; es decir que si se está combatiendo la corrupción oligárquica, igual generar las condiciones técnicas en las regionales pauperizadas, mediante estructura y comunicaciones que realmente el desarrollo sustentable y sostenido, que genere un beneficio social integral.
Porque otra cosa -insisto- será demagogia, por si los unos fueron abusivos, a los otros los mantienen parasitarios, y merecen la oportunidad de mejorar, de valerse por sí mismos, y dejar de ser parte de la explotación de la pobreza, al estilo nefasto de la política en este país en que las miserias multitudinarias, son rentables para la clase política que -aunque no lo crean- es la misma vaina.
Pero los de ahora dicen, sostienen, aseguran, que los programas sociales, el de varo directo, no llevan sellos partidistas.
La dudo: la banda sabe que ese recurso lo da AMLO, no el gobierno de México; no ubica que es del presupuesto autorizado en egresos de la federación por el legislativo federal, en partidas específicas, no a voluntad del presidente.
Digo.
Claro que eso no se dice y sí, que la determinación de que se diera de manera directa -excelente- fue del presidente, y es ahí en dónde amarra, pues no hay forma descobijarlos de los olores populistas que despiden algunas medidas de López Obrador, en torno al apoyo directo a las masas previo se sepa que es a su nombre.
¿Y luego?
Y así sean padres de familia, amas de casa, estudiantes, adultos mayores, discapacitados y hasta los ¡Ninis! entre otras formas de extender el beneficio –que también es de imagen- que se les ocurra, y que desde la derecha reaccionaria y a la vez terca, pregonan que se trata de políticas populistas cuando, Fox y Calderón las practicaron integradas desde la Sedesol, y que no vio nada mal el PRI de Peña, que les dio continuidad a través de Compartamos y Prospera.
Digo, por si los priistas quieren desgarrarse las vestiduras.
El punto es que con esos programas hablamos de un buen de decenas de miles de millones de pesos anuales que se han repartido a fondo perdido, sin “que se haya observado crecimiento real en los beneficiarios” como dicen desde la oposición, mientras los comerciantes callan.
Y es que son ellos los que captan ese dinero, a través del consumo directo.
La otra -me regreso- por sexenios se ha repartido dinero en esos sectores de la población –algunas en verdad vulnerables-, y como que ya fuera para que estuvieran integrados a la economía productiva desde sus regiones, pero no se invirtió en ese afán, y mientras se disparó la imaginación con el neoliberalismo depredador, se les dio dinero -cómo ahora- sin planeación de futuro.
Eso no es invertir en el desarrollo social: eso es paternalismo, con un fuerte olor electorero, de acuerdo a los cánones no escritos de este país.