En la Mira, por Héctor Estrada ·
Con la definición de las candidaturas municipales en letargo, la alta posibilidad de una ruptura entre grupos políticos y la amenaza del voto duro del candidato opositor, Morena enfrenta en la capital chiapaneca uno de los panoramas más complejos rumbo a los comicios del 2 de junio, que bien podría poner en riesgo la permanencia de dicho partido en el bastión electoral más importante de la entidad.
Lo que sucede en la capital es punto y aparte para las estrategias continuistas de Morena. En el municipio la principal estructural electoral se encuentra en manos del gobierno municipal en turno. Seis años continuos dentro de la administración le han servido a Carlos Morales y su grupo político para amasar una interesante cantidad de comités municipales, listos para movilizarse en la siguiente contienda.
Con el fracaso de los delegados federales en la construcción de estructuras electorales, Morales sabe perfectamente que cuenta con la principal red operativa dentro de la capital chiapaneca, más allá del dispendio previsto por los otros niveles de gobierno el día de la elección, por lo que sus votos sumados o restados podrían mover en mucho los resultados dentro de la elección municipal.
Y es que, el panorama para Morena en Tuxtla Gutiérrez no luce tan seguro como en otros municipios importantes. En la capital, los cálculos internos del propio partido ponen a Morena en una competencia muy cerrada con la oposición. Incluso, con proyecciones que dejan a buena parte de sus candidatos abajo en las preferencias ciudadanas… Y, ahí es donde está el meollo del problema.
En la mayoría de los cálculos internos, el voto estimado para el partido, indistintamente el candidato, contempla el respaldo de todos grupos políticos morenistas en torno a la candidatura municipal para poder competir. Es decir, sí alguno de los grupos o intereses con capacidad de movilización electoral no acompaña al candidato en las urnas, las posibilidades para Morena en Tuxtla se reducirían considerablemente, abriendo posibilidades interesantes a la oposición.
A eso se debe la preocupación especial sobre el tema Tuxtla. Y no es para menos. La no aparición de Carlos Morales y su grupo político dentro del reparto de candidaturas federales ha complicado la situación en la mesa de negociación, dejando aparentemente una sola salida para cerrar los acuerdos, sin disgustos que pongan el riesgo no sólo a la candidatura municipal, sino al resto de postulaciones con injerencia dentro de la capital. Pero ninguno de los frentes está dispuesto a ceder.
Por eso hoy la oposición, sin gastar un solo peso en precampañas, es quien espera pacientemente la decisión sobre el caso Tuxtla. La candidatura panista sabe perfectamente que un quiebre en torno a la definición morenista por la capital terminaría abriendo aún más sus posibilidades de triunfo y, con ello, haciendo posible su deseado retorno al ayuntamiento que gobernó hace más de 20 años.
Esa es la razón por la que no deberá sorprender un resultado dramático en la capital chiapaneca. Sobre todo, si se toma en cuenta la posibilidad de un voto de castigo al partido por los episodios de narcoviolencia reciente y la inevitable dependencia exclusiva de su voto duro en las urnas. Así, al final de cuentas, será el electorado quien terminé definiendo el destino de Tuxtla en lo que seguramente será, otra vez, una elección muy competida… así las cosas.
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