México registra un promedio de 2 mil 207 horas laborales al año por trabajador, lo que lo coloca entre los países con mayor carga de trabajo, de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Sin embargo, este esfuerzo no se traduce en mejores resultados, ya que la productividad por hora apenas alcanza 24 dólares, muy por debajo de economías como Irlanda, donde cada hora genera 153 dólares. Especialistas coinciden en que el problema no radica en la falta de compromiso de los trabajadores, sino en una inmadurez directiva que normaliza jornadas excesivas sin mejorar el desempeño.
Gabriel Uribe, CEO y fundador de Rising Up, firma especializada en transformación operativa y liderazgo organizacional, explicó que cuando una empresa acepta semanas laborales de 60 horas como algo normal, el agotamiento es solo la consecuencia visible. Señaló que la causa real se encuentra en la incapacidad de construir sistemas operativos eficientes, ya que los horarios prolongados no representan una cultura de alto desempeño, sino fallas en la dirección y en la planeación estratégica.
Datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) advierten que 75 por ciento de los trabajadores mexicanos padece estrés laboral, enfermedades cardiovasculares o burnout severo, una proporción superior a la registrada en países como China y Estados Unidos. A este panorama se suma el reporte de la OCDE, que indica que México tuvo una caída de 0.4 por ciento en el crecimiento de la productividad, ubicándolo entre las economías menos productivas a nivel internacional.
El impacto de esta dinámica también se refleja en el ámbito financiero. El National Safety Council (NSC) estima que una empresa con mil empleados puede registrar pérdidas de hasta un millón de dólares anuales como consecuencia del ausentismo, la rotación de personal y la baja productividad asociadas al burnout y al desgaste laboral.
Especialistas sostienen que las organizaciones con mayor madurez directiva apuestan por estructuras sólidas donde la claridad estratégica reduce reuniones innecesarias, los procesos optimizados y automatizados liberan capacidad operativa y la tecnología permite escalar resultados sin extender las jornadas laborales. Bajo este enfoque, el crecimiento empresarial y el bienestar del capital humano no son objetivos opuestos, sino complementarios.
Uribe concluyó que las empresas que liderarán el mercado en las próximas décadas comprenderán que la eficiencia nace de la inteligencia y no del desgaste normalizado. Afirmó que trabajar 60 horas no es una muestra de compromiso, sino una alerta clara de fallas en el liderazgo y en la gestión organizacional.
