Ecce Hommo, por Rommel Rosas ·
Hoy conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres, mucho se dirá y escribirá en torno al mismo; desde las diferentes ópticas de lo que ha abarcado una lucha por la reivindicación de Derechos y Oportunidades de las que se vieron y han visto alejadas, durante la mayor parte de la historia contemporánea.
En el discurso, como cada año los hombres, intentaremos ser inclusivos; está mal visto, políticamente hablando, expresar el sentir de cada uno, aquello que en el tête a tête, entre amigos (hombres, en su mayoría), puede uno burlarse o decir que no se está de acuerdo con mucha de la legislación y las acciones afirmativas que se han ido logrando a favor de una equidad real entre hombre y mujer. Es precisamente, este doble discurso el que no ha permitido lograr mayores avances en la lucha contra el sistema patriarcal y el machismo existente en el mundo en que vivimos.
En los hechos, la brecha salarial entre hombres y mujeres continúa, a trabajo igual no corresponde salario igual; en la mayoría de los casos, los primeros obtienen un mayor ingreso o, simplemente, llevan la preferencia para cargos directivos en las empresas. Los argumentos no han dejado de ser redundantes y en la lucha que existe por eliminar este tipo de discriminación, muchas mujeres logran ocupar puestos de “segundo lugar” en la cadena de mando, sin la mayor oportunidad de poder acceder al puesto principal. Destinadas a tener una “segunda posición”, estos “pseudo feministas”, les dicen que están hay porque es donde tienen una mayor influencia, incluso llegan a afirmar que son quienes realmente manejan las oficinas y que, de no ser por ellas todo se iría por la borda. Discurso semejante al que se da en muchos de los hogares, en donde el destino manifiesto de las mujeres parecieran ser las labores del hogar, sin más remuneración que el “amor” del abnegado esposo, cuya función principal es partirse el lomo diariamente en el trabajo; a objeto de llevar dinero a la casa, en donde él merece, sobre todo descansar y ser visto como “el oasis del cual deben beber los sedientos indefensos de la casa” – léase mamás, hijas e hijos.
Otra de las partes en las cuales la violencia sigue presente y es aún poco visible, es la violencia psicológica ejercida por el hombre en contra de muchas mujeres. Poniéndose como víctima y absorto en la egolatría y el narcisismo, denostan el papel de las mujeres en su rol de profesionista, ama de casa o madre. Se sienten superiores a ellas e intentan hacerlo sentir en cada una de sus acciones. Su finalidad pareciera ser sencilla, que ellas se sientan muy, pero muy inferiores a ellos y, por lo tanto generar una dependencia del mismo, no siendo capaz de abandonarlos, porque “sin él no serían capaces de nada”.
Hay que abonar, que contra las mujeres que deciden dejar de sufrir esa violencia en el hogar, los hombres que tienen la capacidad económica o la influencia legal, política o social, ejercen una violencia vicaria en contra de las mujeres. Este tipo de violencia, cuya legislación comienza a tener forma en todo nuestro país, es una de las peores que existen, al enfocarse en destruir a la mujer a través de terceras personas, principalmente los hijos de éstas. Al año, muchas mujeres son separadas de sus hijos, bajo argumento poco lógicos de algunos juzgadores quienes, al amparo de la corrupción, dan la custodia al papá, mismo que podrá manipular ampliamente a los niños a su favor, haciendo incluso que por años dejen de ver a sus madres, tachando a estas de la peor manera. No esta demás decir que este tipo de violencia ha llegado a ocasionar suicidios de muchas mujeres privadas de la posibilidad de estar con sus hijas e hijos; así como también muchos de los hombres que ejercen este tipo de violencia, han llegado a asesinar a los menores, en la búsqueda de tener el control de las mujeres al dejarlas en una indefensión mental.
Mucho hay quehacer todavía en la lucha a favor de las mujeres. Detonar acciones afirmativas, así como ir más allá de los discursos políticos o económicos sobre su importancia en la vida de la sociedad es una necesidad imperante. Es un cambio de cultura que se gesta poco a poco y en donde no debemos olvidar a los menores, desde la educación que se les da en casa, hasta aquello que ven en los colegios, y la posibilidad que, desde esa formación básica, quienes se vean formados en esquemas machistas sean los menos, y nos veamos todos como lo que somos: personas que nacimos en igualdad de circunstancias y, por lo mismo, tenemos las mismas oportunidades.
2 comentarios
EXCELENTE ARTÍCULO SOBRE EL MACHISMO LIC. ROMMEL; SALUDOS AFECTUOSOS.
BRAVO !!!!! 👏👏👏👏👏
Doctor, ya no diga falsedades, por favor.