La indignación selectiva

A Mi Manera, por Rodrigo Yescas Núñez ·

A veces pareciera que en México la indignación tiene horario y filiación política. Esta semana, un incidente en el Zócalo capitalino —donde un soldado raso se acercó más de lo debido a la presidente Claudia Sheinbaum durante un acto público— desató una ola de furia entre las dirigentes de Morena, que salieron a condenar la “agresión” y a exigir respeto a la investidura presidencial.

Y sí, fue un hecho extraño. Porque si fue actuado, resulta una torpeza monumental; y si no lo fue, entonces estamos ante una falla de seguridad alarmante. No hay mucho margen entre la estupidez y la preocupación. ¿Cómo es posible que alguien —aunque sea un militar— haya podido acercarse tanto a la presidenta en un evento de esas características?

Pero más allá del suceso, lo que de verdad sorprende es la indignación selectiva. Las mismas voces que hoy se rasgan las vestiduras por un gesto o un roce, guardan silencio frente a la violencia real que viven las mujeres mexicanas, en un país donde asesinan o desaparecen a cerca de diez cada día.

Y no sólo eso: dentro de las propias filas de Morena abundan los casos de militantes acusados de agresiones sexuales o violencia de género, con apellidos tan conocidos como Salgado o Blanco, a quienes no se les dedica ni una fracción del fervor moral que hoy despliegan por un video de segundos.

Todo este escándalo parece más una puesta en escena para distraer del verdadero tema: la inacción presidencial ante la violencia y el crimen organizado. Porque mientras el oficialismo se victimiza por un roce en el Zócalo, en Uruapan, Michoacán, un alcalde —Carlos Manzo— fue asesinado después de denunciar amenazas del crimen y exigir apoyo al gobierno federal.

Así que no, no fue indignación lo que vimos estos días. Fue estrategia. Fue la construcción de un nuevo papel: el de presidenta víctima, que busca cobijo político en la empatía que le niega la realidad. Porque mientras el país se desangra, a la Cuarta Transformación le preocupa más controlar la narrativa que garantizar la seguridad de quienes gobierna. Nos vemos…

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