La guerra fría en el desierto

A Media Palabra, por Miguel Arcadio Cruz Ruiz

La frontera norte goza de un solo territorio ubicado en ambos países y en él se da la unidad de paisaje, es además un espacio que posee de un lado o del otro las mismas características, llámense: temperatura, pluviosidad, tipo se suelos, tipo de rocas y  tipo de aguas, ello; desde el punto de vista  físico, químico, geológico y biológico.

Dicha zona se extiende a lo largo de 3.141 km desde el Golfo de México hasta el  Océano Pacífico.

La relación natural que existe en dicho territorio es una, alcanza a los Estados Unidos Mexicanos y a los Estados Unidos de Norteamérica, siendo de mutuo beneficio.

Ahí, la población animal es la misma, porque es el mismo territorio y entorno natural. La realidad es que no existe distinción, porque los animales que ahí habitan, la ciencia  los identifica de un solo modo. Se trata pues del mismo territorio biogeográfico que alberga un alto número de especies endémicas, dividido caprichosamente por la historia y por  geógrafos sin licenciatura. Los animales van y vienen, de un lado y de otro.

Pero también, compartimos los siguientes fenómenos: astronómicos, atmosféricos, geológicos, hidrológicos, biológicos, ecológicos. No faltan en la frontera inundaciones, ciclones, huracanes, tormentas y tornados.

Los grupos indígenas determinantes de la zona, son: el mayo, el tepehuano, el yaqui, el tarahumara y otros menos importantes que  viven en la toda la región (USA y México) como son los pápagos, coras, pimas, guarijíos y  seris; así como un reducido grupo cochimí en el estado de Baja California. Hay grupos de indígenas como los Tohono O’Odham que poseen un documento especial que les permite transitar libremente de Sonora a Arizona, y viceversa.

El relieve de la zona en algunas porciones es montañoso, en otras  está cubierto por matorrales y, sólo en las partes altas de las sierras se localizan algunos bosques de pino y encino. Los ríos son escasos, pero con la construcción que conjuntamente se ha dado de varias presas, ha sido posible el establecimiento de pequeñas zonas agrícolas. 

Ahora bien, a alguien se le ocurrió instalar un objeto extraño que parcialmente se  construyó al que le denominaron muro, mismo que viene dañando el ecosistema, en especial a la vegetación que es autóctona y que pertenece a un mismo territorio.

El muro, viene dañando las ya complejas actividades de los pueblos indígenas, comunidades bajo los usos y costumbres que de repente atienden a  un ordenamiento jurídico complejo y obsoleto.

El Muro, no ha cumplido su objeto social y viene  limitando la colaboración binacional y vecindad de dos países en expansión. 

Este muro, también ha afectado  las fuentes de agua de los ríos y embalses de la zona y, en consecuencia, afecta la disponibilidad de agua para consumo humano en ambos territorios.

Pues bien, a pesar de tratarse de dos países, de dos grupos con culturas y tradiciones comunes, con lenguajes familiares, ubicados en una zona común, en donde ahora, los no pertenecientes a estas etnias, vienen construyendo una cultura común por el constante paso de un lado para otro y que cuenta con una misma realidad, pues a pesar de ello, les enviaron a los pobladores un muro sin consulta alguna, como para obstaculizar aún más  la vinculación entre identidad y territorio. 

Tampoco se tomó en cuenta que en el espacio regional aparecen los migrantes temporales que son aquellos  que viven de un lado pero trabajan en el otro y, que la frontera norte sirve de paso a los  transmigrantes, que son aquellos que vienen del sur y cruzan nuestro país para internarse a los Estados Unidos de Norteamérica.

Otra consideración que no se toma en cuenta es que en cada país hay estados políticamente organizados,conpoder soberano y,  en el caso de Estados Unidos de Norteamérica son Arizona, California, Nuevo México y Texas, con veinte y seis ciudades fronterizas y; en el caso de los Estados Unidos Mexicanos, son Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas con igual número de ciudades fronterizas.

A mayor abundamiento, sobresale que a lo largo de la zona existen 15 pares de ciudades hermanas y que dicha zona constituye una población total de más de 15 millones de personas.

Tampoco se considera la infinidad de instrumentos jurídicos que existen y son vigentes, como: tratados, comisiones, convenios, acuerdos, programas binacionales, políticas públicas. Un ejemplo es: el Convenio de La Paz, firmado entre los gobiernos de México y Estados Unidos; para proteger, mejorar y conservar el medio ambiente a lo largo de la frontera, documento que define esta zona como los territorios comprendidos dentro de las franjas de 100 km de ancho a cada lado del límite internacional.

Menos aún se considera el programa encaminado a mejorar la salud a lo largo de la frontera, que la Comisión Binacional de Salud Fronteriza México–Estados Unidos echó andar hace tiempo.

Así que resulta incongruente la medida, incongruente para la historia, para la realidad, para el presente y el futuro, sobre todo cuando se pretende tomarla en forma  unilateral y sin ninguna investigación y, siendo lo más grave sin  indagar sobre la legalidad y legitimidad de ella.

Por eso es importante señalar que no es una zona de confrontación entre los dos países, como para crear una  “franja de la muerte” que solo nos haría recordar vergüenza y alterar la sana convivencia que en términos generales se da.

Lo único que dicho muro ha logrado, es que el problema de la migración se acentué.  Hoy en día los flujos migratorios son complejos, por razones laborales y económicas, pero también porque dichas  personas vienen huyendo de su país de origen, por situaciones de violencia social, guerra o por temores fundados de que su vida está en peligro.

Ambos países, pueden y deben trabajar en común para evitar lo que está sucediendo en la frontera norte, así minimizar lo que se viene presentando día a día. Falta voluntad política y diplomática para ello.

Por eso, debemos afirmar que el muro se cayó desde el inicio de su construcción, porque no es de pretender delimitar la zona por fronteras, tampoco establecer que un pueblo tenga un territorio con carácter de patrimonio propio, sino desear todos a un mismo  pueblo y estar en él. 

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