La caída libre de la oposición

Ecce Homo, por Rommel Rosas ·

Ha pasado un mes ya de las elecciones que dieron el triunfo a Claudia Sheinbaum como la primera mujer Presidenta de México (y también, que no es para menos, primera mujer que gobernara un país de América del Norte) cuyo gobierno, a saber por los nombramientos hechos de lo que será su gabinete, pareciera que va a tener tintes moderados, cuya primera impresión para los mercados locales e internacionales, así como para muchos analistas, han sido vistos de buena manera. Como siempre, no a todos se les puede dar gusto con los mismos y su desempeño se medirá cuando ya se encuentren en el ejercicio de sus responsabilidades.

Mientras esto ocurre la oposición en nuestro país se encuentra en una burbuja que pareciera ir poco a poco en caída libre; sin capacidad, hasta el momento de una autocrítica que los lleve a determinar cuáles han sido los errores que han cometido en los últimos años, mismos que les han llevado a perder la mayoría de las gubernaturas, así como Congresos locales y ciudades importantes que antes eran bastiones políticos para los mismos.

A la par no existen a la fecha voces renovadas, alejadas de quienes ya han estado en las dirigencias de dichos partidos, con calidad moral y la fortaleza suficiente como alzarse como representantes atractivos para la sociedad del siglo XXI. Una sociedad, cuyos más jóvenes ciudadanos (de entre 18 y 24 años) han visto gobernar al PAN (2 sexenios), al PRI (1 sexenio) y ahora a Morena; ellos no tienen la referencia que muchos tuvimos en nuestra infancia y juventud del PRI de la llamada por Mario Vargas Llosa, como la Dictadura Perfecta; por lo cual pueden llegar a constituir un termómetro real de lo que sucederá en México en los próximos años.

En este sentido, en el único partido ciudadano que había existido en México (digo había, porque se alejó desde hace años de la ciudadanía y se centró en élites partidistas) se encuentran en una pelea interna por ver quien será su próximo dirigente, además de definiciones ideológicas, mismas que seguramente en una primera instancia los llevarán a constituirse como un opción más hacia la derecha; olvidándose un poco de aquello que le dio la fuerza para llegar al poder en el año 2000, los ciudadanos de las grandes urbes, la mayoría de las clases media y alta que veían con simpatía a los gobiernos emanados de Acción Nacional, por los resultados que se tenían, en su momento durante sus gestiones.

Por el otro lado, pareciera que el dinosaurio príista va, ahora sí, camino a su extinción; pues mientras varios de sus militantes han migrado tanto a Morena como a Movimiento Ciudadano, su dirigente nacional actual busca, por decirlo de alguna manera, eternizarse en la dirigencia nacional, con una legitimidad ínfima, además de que para muchos, es un fiel representante de lo peor que ha caracterizado al PRI durante su existencia, la corrupción. Por estas razones las divisiones y amenazas de abandonar el barco priísta se han puesto a la orden en los últimos días, en lo que pareciera será poco a poco la extinción, por no pocos esperada, del Revolucionario Institucional.

Tanto el PAN como el PRI han sido factores importantes en la construcción del México moderno, culparlos de todo lo malo que pasa o ha pasado en el país es un acto de irresponsabilidad y de falta de conocimiento de la historia; pero también han sido los principales responsables de que la sociedad les haya vuelto la cara en los últimos años, volteando la cara a la sociedad para centrarse en políticas macroeconómicas (el llamado neoliberalismo), cuyos resultados generaron una mayor desigualdad social, acrecentando los niveles de pobreza y la concentración de la riqueza en unos cuantos. Desde aquí se puede analizar, de manera multifactorial, realidades como la caída en la calidad de la educación, la inseguridad, los levantamientos armados populares en algunos estados, entre algunos otros.

La lógica política hubiera dictado que los dirigentes del PAN y del PRI hubieran puesto sus renuncias sobre la mesa al día siguiente de la elección y en ambos partidos se debió haber comenzado con un proceso de reflexión y cambio institucional ante una derrota en donde se perdieron millones de votos respecto a a la elección anterior, pero sucedió todo lo contrario; pareciera que como premnio obtuvieron Senadurías y el control de su respectivo partido. Lo mismo está sucediendo en Movimiento Ciudadano en donde el reinado de Dante se ha prolonga aún más.

Morena será responsable y tendrá que asumir las consecuencias de sus propios errores ahora como gobierno, la historia y la sociedad serán los jazgarán con el paso del tiempo. En espero de esto, y en tanto no haya una oposición firme, digna y sobre todo con la fortaleza suficiente para hablar con calidad moral frente a los errores del otro, veremos como el partido gobernante avanza, con paso firme en la consolidación de su proyecto de gobierno. PAN y PRI siguen firmemente el dicho de Lampedusa en el Gatopardo: “hay que cambiar todo, para que todo siga igual”.

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