Una Aerolínea del Pueblo que vuela muy bajo

A Mi Manera, por Rodrigo Yescas Núñez ·

Hace apenas unos meses, el gobierno anunció con bombo y platillo el resurgimiento de Mexicana de Aviación. El proyecto fue presentado como un gran logro para el «bienestar» del pueblo, aunque pocos detalles concretos respaldaban las promesas. «Un proyecto del pueblo para el pueblo», decían. Pero ahora, tras el despegue accidentado de esta iniciativa, queda claro que Mexicana es un ejemplo más de cómo el populismo transforma ideas vagas en políticas fallidas, sin más análisis que el aplauso fácil. La aerolínea, con aviones alquilados a precios inflados y rutas poco rentables, se tambalea antes de haber tomado verdadera altura. Mientras tanto, los ciudadanos nos preguntamos: ¿esto también va a terminar en bancarrota financiada con nuestros impuestos?

Pero Mexicana no está sola en esta lista de fracasos «bien intencionados». El Aeropuerto de Santa Lucía, construido entre cerros que comprometen su operación y sin el respaldo de estudios de viabilidad serios, ha demostrado ser una terminal para vuelos casi vacíos. El Tren Maya, que prometía conectar y beneficiar a las comunidades del sureste, ya ha devastado ecosistemas, aumentado los costos de construcción de manera desmesurada y amenaza con convertirse en un elefante blanco que ni siquiera los turistas querrán usar. Y ¿qué decir de Dos Bocas? Una refinería que, según los expertos, costará mucho más de lo que generará en ingresos. Cada uno de estos proyectos lleva inscrito un común denominador: la improvisación disfrazada de «transformación».

Por si esto fuera poco, ahora se nos promete que el gobierno incursionará en la fabricación de autos eléctricos a precios «populares». ¿De verdad? Este es el mismo gobierno que no logró abastecer medicamentos para pacientes con cáncer, que fracasó en producir ventiladores durante la pandemia y que nos vendió la idea de una vacuna nacional que nunca llegó a materializarse. Si no pudieron resolver problemas tan urgentes como estos, ¿qué hace pensar que podrán competir en un mercado tan complejo como el automotriz? Esto no es sólo una ocurrencia absurda; es una ocurrencia costosa, financiada con el dinero de todos.

Lo peor de estas «ideas revolucionarias» es que no hay consecuencia para quienes las promueven. Los responsables de estos fracasos seguirán declarando éxitos inexistentes mientras los ciudadanos pagamos la factura. Cada peso mal invertido en estas aventuras populistas es un peso menos para escuelas, hospitales y verdaderos proyectos de infraestructura. Y cada «idea brillante» que termina en ruina mina la confianza en las instituciones y en el futuro del país.

Quizás sea hora de exigir que, antes de lanzar al aire proyectos grandilocuentes, se haga algo tan básico como un estudio serio y transparente. Pero claro, eso no genera titulares ni aplausos en la plaza pública. Mientras tanto, seguiremos financiando los sueños imposibles de un gobierno que confunde el aplauso con el progreso y el populismo con políticas públicas serias. Y así, como en el caso de Mexicana de Aviación, seguiremos viendo cómo el dinero público se esfuma entre las nubes de la demagogia. Nos vemos…

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