Gobernar por encuestas

Ecce Hommo, por Rommel Rosas ·

El pasado 2 de junio, los mexicanos fuimos testigos de uno del mayor triunfo de la izquierda moderna en nuestro país, mismo que llevó a quien será la primera mujer Presidenta de nuestro país, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, que además gozará de un bono democrático mucho mayor al obtenido hace 6 años por el actual Presidente, al obtener la coalición gobernante la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y estar a sólo dos de tenerla en la de Senadores.

Y aunque todo pareciera miel sobre hojuelas para Morena y sus aliados, los próximos seis años constituirán su prueba de fuego en la búsqueda de consolidarse como un Partido Político de izquierda y sobrevivir al liderazgo actual del Presidente López Obrador, quien sin lugar a dudas fue una pieza fundamental en la éxito de las elecciones pasadas.

Visto de esta manera, hasta el día de hoy, mucho de lo que ha hecho Morena sea como partido o como gobierno, es realizar encuestas en muchas de las decisiones fundamentales para la vida nacional, o por lo menos, para lo que en su discurso ha sido la base de sus campañas políticas. Para ello, debemos pensar que el discurso anti sistémico, hasta el día de hoy, es una posesión del gobierno actual; cuando, por lo menos, en la teoría política, este debiera ser de los partidos de oposición. No obstante, ninguno de los contrarios al régimen ha logrado afianzarse como una figura que contrarreste la presencia de AMLO como figura y líder del régimen actual.

Volviendo a nuestro punto, desde hace seis años, se vió por primera vez la idea de gobernar por encuestas. Si recordamos, el entonces Presidente electo, a través de su partido llevó a cabo una encuesta a nivel nacional para saber si se debía cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, pregunta que, por supuesto él gano, al ser dueño de la conversación y del debate público fue relativamente sencillo poner en el imaginario colectivo lo que se debía responder en la encuesta. 

Hace unos días acabamos de ser testigos, una vez más de otra encuesta del mismo tipo y también organizada por el partido en el poder, esta vez relativa a la Reforma del Poder Judicial; reforma que se ha convertido en la más controvertida de todo el paquete enviado en febrero pasado por el Presidente al Congreso de la Unión, el llamado Plan C. 

Dicha encuesta, a decir de los organizadores, fue el legitimar la misma (aunque para ellos la votación del 2 de junio se las ha otorgado) y, de esta manera no dejar dudas de que el pueblo de México quiere dicha Reforma, aunque en los resultados de la misma, también salió que la mayoría desconocía en que consistía de fondo la Reforma y sólo veían la parte de elegir a jueces y magistrados.

Todo esto que en democracia pareciera y es completamente válido como una forma de manejar el discurso y con ello la propaganda y comunicación política (en otra columna abordaremos que en la campaña pasada triunfo la propaganda sobre el llamado marketing), puede ser una forma peligrosa de llevar a cabo las acciones de gobierno.

Las encuestas, como lo dicen los expertos en las mismas, son solamente una fotografía del momento y, al ser preguntas cerradas nos dan solamente un parte de la realidad y nos aleja del todo. Las mismas pueden alejarnos de la comprehensión del entorno que vive cada comunidad con respecto a un tema, mismo que puede tener diferentes visiones y problemas, dependiendo el lugar y la circunstancia de la persona que responda a la encuesta.

Si bien, hasta ahora esta forma de tomar decisiones le ha sido de mucho apoyo al gobierno actual, pudiera en un futuro causar uno de los mayores problemas a la hora de instrumentar las decisiones, debido a que la mayoría de ellas tendrán que ser compatibles con la legislación y el papel que juegan actores externos, mismos que sin duda buscarán influir cada uno a su manera para que las cosas sean a como ellos dicen y, como lo hicieron en durante el proceso electoral, intentarán tener encuestas a modo, todo para intentar tener la razón e implantarla en el colectivo. Como decía el político y escritor inglés Disraelí: “hay tres clases de mentiras: mentiras, mentiras grandes y estadísticas”.

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