El viejo celular 

Realidad Novelada, por J.S. Zolliker ·

Al entrar a su casa, José se miró en aquel espejo del recibidor que su ahora exesposa, había comprado en Ikea. La barba sin rasurar de días y las ojeras, le hacían ver desmejorado. No era para menos, aquel matrimonio había sido un infierno y el divorcio no lo fue menos.  Ahora, tenía la casa para sí, pues tenía que empacar sus pertenencias para irse a instalar a un apartamento recién arrendado. 

José decidió comenzar por su escritorio. Para no llevarse el mueble, decidió extraer solamente el contenido. Así fue como dio, en el cajón inferior, con una pequeña colección de todos los celulares que había tenido. Por nostalgia, le atrajo el primero que tuvo: el Palm Treo 650. Representaba la evolución de la primera agenda digital de Palm, pero contando ya con teléfono, cámara y teclado y que salió al mercado tiempo antes que la Blackberry y el iPhone. 

¿Aún serviría? Puso la batería a cargar mientras vaciaba su closet. Cerca de una hora después, intentó encender aquél viejo celular. Para su grata sorpresa, servía perfectamente. Abrió la cámara y tomó una fotografía de unos juegos de mesa que estaban apilados en un mueble de la sala. Aquella cámara era de apenas 0.3 megapíxeles y solo por tener la referencia de la evolución tecnológica, tomó la misma foto con su actual Galaxy S23, que tenía una cámara de 50 megapíxeles. El corazón le dio un vuelco. A parte de los cambios en la nitidez, había una misteriosa diferencia entre ambas imágenes. En la tomada por el Palm Treo, el logo del juego Monopoly tenía a un viejo bigotón con un monóculo y en la foto tomada por el Galaxy, ¡el viejo bigotón no tenía ninguna lente!

“¿Qué demonios?”, se preguntó en voz alta, asustado, mientras una y otra vez, miraba ambas fotografías. Por un momento, incluso pensó que le estaba dando un derrame cerebral, pero no. Miró la caja de cerca y sus ojos registraban exactamente lo mismo que el moderno Galaxy, pero no así era lo que se veía a través de la cámara del viejo celular Palm Treo, donde el mono seguía apareciendo con ese redondo lente en uno de sus ojos. Entonces, decidió probar con otros objetos. A la mano, estaba una de sus camisetas blancas.  En el anticuado aparato se observaba el logo de Fruit of the Loom con las frutas saliendo de una especie de cornucopia y a simple vista, observaba exactamente las mismas frutas, pero sin el mentado cuerno de la abundancia detrás. “¿Cómo es esto posible?”

Corrió al cuarto de sus hijos y miró que el libro de los Osos Berenstain, con el viejo celular se leía Berenstein. De vuelta en su ex recámara, encendió la televisión que trasmitía la película de Starwars y vio la pierna plateada del robot C-3Po, pero que era dorada con el lente del Palm Treo. Entonces cambió de canal y con alarma observó, que en la caricatura de Scooby Doo, el personaje Shaggy –a través del Palm Treo– tenía una notable manzana de Adán que no se apreciaba viéndolo directamente. Luego apuntó a la envoltura de los chocolates de su buró: con la cámara del móvil se apreciaba Kit-Kat, pero con el ojo pelón, no se veía ningún guion separando las palabras…

José decidió que era mejor salir de ahí cuanto antes. Creyó que estaba teniendo alucinaciones por un ataque de pánico incipiente. Ahora tenía que relajarse. Ya volvería al día siguiente por el resto de sus cosas, pero al cruzar la puerta de su apartamento, el viejo celular sonó. ¿Cómo era posible que estuviera recibiendo una llamada si no tenía línea telefónica desde hacía más de treinta y seis años? 

Contestó, como es de imaginar, con absoluto desconcierto. Del otro lado de la línea, una voz le saludó por su nombre y le explicó que, en el año 2000, con el Y2K, se había creado un universo paralelo al que la mayoría habían brincado sin saberlo y que el anterior era lo que estaba viendo a través de la cámara digital, hecha con una tecnología VGA que fue extrañamente retirada del mercado en el año de 1989 a pesar de su buen funcionamiento. “José, lo hemos estado esperando desde hace veintitrés años. Por favor cargue de nuevo el viejo teléfono para que pueda vernos a las nueve de la noche en punto, cuando nos presentemos a su puerta para hablar de esta anomalía”, le dijo la voz antes de que se cortara la comunicación. 

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