A mi Manera, por Rodrigo Yescas Núñez
Esta semana nos ha quedado claro que quien no conoce a Dios, a cualquier milagro se aferra. Y el nuevo milagro económico de la autodenominada Cuarta Transformación se llama IEPS. Sí, ese Impuesto Especial sobre Producción y Servicios que ahora el gobierno pretende exprimir hasta la última gota, como si en los bolsillos de la gente existiera un cochinito secreto esperando a ser descubierto.
Porque según la lógica de Morena, subir impuestos es igual a recaudar más. Como si la economía fuera una piñata que, a punta de palazos fiscales, suelta dulces en lugar de miseria.
El problema —aunque ellos no lo vean desde su nube de discursos— es que la gente no gasta más cuando todo cuesta más. Al contrario, gasta menos. Se ajusta, cancela, se aguanta. Y cuando la gasolina, las bebidas, los cigarros y hasta los refrescos pagan el precio del “nuevo humanismo fiscal”, el resultado no es progreso, sino pobreza más cara.
Pero claro, en el país de los milagros políticos, el dinero no se evapora: se redirige. No hacia hospitales, escuelas o carreteras (esas que de verdad se necesitan), sino hacia los bolsillos de los “honestos”, que resultaron igual o peores que los corruptos de antes. Y si no es ahí, va a parar al mantenimiento de las obras faraónicas que nadie usa, pero que sirven para alimentar el ego presidencial y los contratos de siempre.
Así que no nos engañemos: este IEPS no es una medida para “mejorar la recaudación”, es un impuesto a la inteligencia ciudadana. Una forma elegante de decirnos que ellos saben gastar mejor nuestro dinero… aunque lo gasten mal.
Mientras tanto, los de abajo ajustan el cinturón, los de arriba ajustan los discursos y el país sigue igual: pagando caro por la estupidez de creer que subir impuestos es una estrategia económica. Nos vemos…












