Por Erika P. Bucio
Cd. de México (06 noviembre 2022).- Soldaditos de plomo de la infancia y tres lápices con los colores de la bandera de la República Española se alinean en rítmicas secuencias con las cajas de tipografía, rodillos para entintar, pasteles de aceite, tijeras, pinceles, brochas y transportadores de Vicente Rojo (1932-2021).
El artista y diseñador gráfico compuso con sus herramientas de trabajo, propias del arte y del diseño tradicional, una autobiografía visual que eligió de portada para Vicente Rojo. La mirada transformadora, editado por la Universidad Iberoamericana (UIA), el último libro que hablaría de él en vida.
«Hasta aquí se va a quedar el libro porque hasta aquí va a quedar mi vida».
Vicente Rojo
Artista Abrió su archivo personal compuesto por fotografías, bocetos, portadas de libros y revistas, pinturas, esculturas y grabados, para un libro que concibió como una narrativa gráfica de su vida y obra. No alcanzó a verlo publicado pues murió el 17 de marzo de 2021, apenas dos días después de su cumpleaños 89.
«Hasta aquí se va a quedar el libro porque hasta aquí va a quedar mi vida», sentenció Rojo en referencia a su serie A vuelo de pájaro que cierra el volumen.
Encomendó el texto a la escritora catalana Sònia Hernández, una estudiosa del exilio literario español, camino por el que llegó al artista afincado en México desde 1949, cuando era un adolescente, y fruto de la admiración escribió la novela El hombre que se creía Vicente Rojo (Acantilado, 2017) a partir de un juego de identidades que mucho divirtió al diseñador gráfico y acrecentó «una complicidad mutua».
Un libro ajeno a la estructura típica de la biografía cronológica, tampoco pretende un tono erudito y académico, la propia Hernández enfatiza en entrevista que muchos han escrito sobre su obra, como Juan García Ponce o Sergio Pitol, parte de su grupo de amigos, o el curador Cuauhtémoc Medina. Lo que este libro propone es un acercamiento a su figura y obra desde la admiración.
La puerta de entrada es el lenguaje con el que trabajó durante más de 60 años, «construido a partir de la rotundidad de las formas geométricas enriquecidas y sometidas a nuevas pruebas visuales», como escribe la autora.
«Adentrarse en su alfabeto propio y entonces intentar descubrir cómo es ese lenguaje, ese alfabeto que crea, realmente construyó un lenguaje pictórico, escultórico y en el diseño gráfico», dice Hernández, sobre el artista que fue parte de la Generación de la Ruptura, que él prefería llamar de la apertura, en espacio, tiempo y lenguajes.
Obsesivo y riguroso
Jamás se negó a hablar de tema alguno, respondía a las preguntas de la autora sobre el exilio y el pasado político de su familia, pero rechazaba por completo considerarse un exiliado, se reconocía como plenamente mexicano. Decía que tuvo dos nacimientos, uno en Barcelona y otro al llegar a México, país donde se exilió su padre en 1939.
El propio artista se involucró en el diseño editorial de Vicente Rojo. La mirada transformadora, durante 18 meses trabajó al alimón con la catedrática de la UIA y diseñadora Ivonne Lonna, quien lo convenció de aceptar el Doctorado Honoris Causa del Sistema Universitario Jesuita en 2019, que había rechazado diez años atrás.
Se habían conocido con motivo de una exposición curada por Lonna sobre los 50 años del diseño gráfico en México, en 2018, pero centrada en aquellos diseñadores que hicieran también libros.
En las pláticas para organizar la ceremonia de investidura, brotaron la amistad y las afinidades en los campos del diseño y la literatura, hasta que un día él le anunció: «serás mi editora».
Comenzaron a trabajar en noviembre de 2019, pronto Lonna absorbió las obsesiones de Rojo como diseñador, por encima de todas, la precisión. Enemigo del desperdicio, calculó el número de pliegos necesarios para las 229 páginas y 310 imágenes que contendría.
«En algún momento me pidió que yo fuera sus manos porque necesitaba mucha precisión para el diseño editorial y quería que fuera sus ojos porque él ya no veía», narra Lonna. Encontraron la manera de arreglárselas con una computadora con una pantalla gigantesca e impresiones de gran tamaño para que él pudiera revisar las páginas.
Editor hasta el final
El lunes 15 de marzo de 2021, como regalo de cumpleaños, Ivonne Lonna le envió por correo electrónico la maqueta completa del libro con la promesa de llevárselo impreso el sábado 20, cuando se verían. Pero Rojo no le contestó. Por la noche, Bárbara Jacobs le explicó que estaba hospitalizado porque se sintió muy mal, pero los médicos lo habían logrado estabilizar.
Desde la cama del hospital alcanzó a ver el libro y a través de su compañera, le pidió algunas mejoras.
«Imagínate cómo era su pasión por lo que hacía que sí alcanzó a verlo y pidió que redujera un poquito las manitas que aparecen en el libro que son símbolos gráficos con los que se le identifica», dice Lonna.
Vicente Rojo, quien había sido el líder del proyecto, murió el 17 de marzo. Durante todo ese tiempo, él había fungido como intermediario con quienes podrían prestar materiales para la publicación.
Al final quedaron fuera 80 imágenes porque los propietarios de los derechos de reproducción cambiaron de parecer tras la muerte del artista y retiraron los permisos.
Por la generosidad de sus nietos Nora, Mara, Julián y Diego con la Ibero, la publicación pudo concretarse como el propio Rojo la concibió.
Los secretos del libro
La diseñadora y académica Ivonne Lonna, revela que el artista colocó algunos «secretos» dentro Vicente Rojo. La mirada transformadora, como su huella digital, sacada de la portada del libro de Juan García Ponce, Nuevos pintores mexicanos, publicado por ERA en 1968.
Todos los involucrados plasmaron su huella en la Galería Juan Martín de Malú Block, entre ellos Alberto Gironella, Lilia Carrillo, Manuel Felguérez, Arnaldo Coen y Roger von Gunten.
Para no ver repetido su nombre a lo largo del libro optó por un cuadro rojo como símbolo, una propuesta de Lonna, aconsejada por sus hijas. Como no quería usar el sistema de citación habitual Rojo creó uno propio a partir de quebrados.
Creó la imagen de la cultura
Una idea del escritor Gonzalo Celorio, en una de las múltiples entrevistas que la novelista catalana Sònia Hernández realizó en sus viajes a México para hilar el texto del libro, resume una opinión unánime: «Vicente Rojo crea la imagen de la cultura de toda una generación». Dotó de una «imagen atractiva a los libros de los demás» creando «páginas amables para la lectura de libros» y «portadas atrayentes».
«Él decía que lo único que le daba sentido a su trabajo era trabajar por la cultura porque creía que la cultura era una forma de emancipación del ser humano», asegura Hernández, a quien Vicente Rojo le regaló su Diario abierto (ERA), que reúne varios de sus textos publicados en libros, revistas y suplementos culturales.
Un artista y diseñador de fuerte compromiso social pero sin ser adoctrinador ni panfletario, tal como lo describe la autora.
Y de lo que más se sentía orgulloso, según le confió a Hernández, es de haber fundado la editorial ERA, a partir de lo que un libro había supuesto para él en la infancia, cuando vivía en una sociedad tan gris como fue la España franquista.
Tome nota
– Qué: Presentación del libro Vicente Rojo: La mirada transformadora
– Dónde: En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
– Cuándo: Domingo 27 de noviembre, 11:00 horas, salón E del Área Internacional