Uno hasta el fondo, por Gil Gamés ·
Toda la carne clientelar al asador de la ignominia, caviló, Gil, quien no daba crédito y cobranza ante lo que veían sus ojos. La contramarcha organizada y acarreada a billetazos por el gobierno de Liópez Obrador ha sido algo nunca visto en México. Miles de camiones llegaron a la ciudad; sindicatos afectos al gobierno fueron obligados a marchar; ambulantes exhortados, por decir lo menos, a desfilar; trabajadores al servicio del Estado incitados a gastar suela en avenida Reforma, del Ángel de la Independencia al Zócalo, gobernadores poniéndose a mano con su jefe, secretarías de Estado movilizando a sus empleados, toda la maquinaría de Morena metiéndole mano a la caja registradora para celebrar al Presidente.
Durante la mañana del día de la marcha, todos los medios públicos del Estado se encadenaron para seguir la manifestación. Los canales 11, 14, 22, 21, Radio Educación, las estaciones del IMER fueron plataformas de propaganda en las cuales se atacaba a los críticos del gobierno y se negaba con un cinismo a prueba de vergüenza la apoteosis del acarreo. En un momento nunca antes visto en un discurso presidencial, Liópez Obrador hizo el elogio del acarreo justificado por la alegría de la transformación, o como se llame la demolición que inició el gobierno desde el año 2018.
¡Firmes, paso redoblado!
El colmo de los colmos le cayó a Gil en la cabeza mientras leía esto en su periódico El Universal en una nota de Manuel Espino “la Guardia Nacional instruyó a su personal desplegado en la Ciudad de México a que asista a la marcha de este domingo 27 de noviembre, que encabezará el presidente Andrés Manuel López Obrador, del Ángel de la Independencia al Zócalo, por su cuarto año de gobierno. Por superiores órdenes del mando, el comisario de la corporación, general Malcriades Meléndez, convocó a los elementos, incluidos los guardias nacionales provenientes de la extinta Policía Federal, para que ‘sin excusa ni pretexto’ acuda (sic) la movilización vestidos de civil según una tarjeta informativa interna a la que tuvo acceso El Universal”.
Según la nota de Espino, el comisario de la Guardia Nacional también pidió al personal de las distintas Compañías de Seguridad a Vías de Comunicación (antes División de Seguridad Regional) desplazarse al lugar y coordinarse con el comandante a cargo para los trámites administrativos. De acuerdo con fuentes federales, en los elementos de la Guardia Nacional hay malestar por esta convocatoria, principalmente de los provenientes de la Policía Federal por el trato que se les ha dado. En el gobierno no se andan con cuentos, se quitan sus botas, se ponen sus zapatos de calle y a zapatear.
El humanismo mexicano
Entre empujones y apretujones, el Presidente tardó cinco horas en llegar al Zócalo. A Liópez Obrador no le paró la boca, se despachó con el cucharón del puchero de la autocelebración (ción-ción) durante cerca de dos horas y empezó a enumerar “110 acciones” que su Gobierno ha realizado y realizará antes de que termine su mandato. Gil se estremeció y sintió piedad por los asistentes al mitin eterno, ya en escala castrista: bla, bla, bla, bla. ¿A dónde vamos a parar?, dijo la tía Eduviges.
Un amigo que no malquiere a Gilga le dijo que esto que Gamés ha visto es un anuncio de lo que vendrá en los próximos procesos electorales: acarreo, dádivas, coacción, abuso de poder, todo normalizado después de violar la ley a mansalva. Dios de bondad, a esto el Presidente le llama humanismo mexicano. ¡Mecachis en veinte!
Adictos al fracaso
Qatar seguía su marcha. Gil lo sabe, la realidad conspira contra nuestras ilusiones y su costumbre consiste en derrotarlas e incluso humillarlas. México perdió su juego contra Argentina. Somos clientes de esa fábrica de futbol desde el año de 1930, cuando perdimos 6 a 3 en Uruguay.
Si quitamos el lastre del autoengaño, cavila Gil, aparece una imagen más bien borrosa de la selección mexicana, no trae nada para avanzar a la siguiente ronda: nuestros jugadores no son creativos, no juegan a nada; no tienen un centro delantero, piden limosna como los ciegos de la Catedral en el área chica; aceptémoslo, tampoco defienden bien nuestros jugadores; el equipo es una plasta, y no vengan a decirle a Gil que jugaron bien los primeros 30 minutos. Estamos lejos de la selección de Bora, de Mejía Barón, de Lapuente y estamos atorados en la del Tata Martino. Sí: Gilga sabe que si Polonia liquida a Argentina y México le gana a Arabia y su abuelita de Gil tuviera ruedas sería una bicicleta. En fon.
Todo es muy raro, caracho, como diría Robert Louis Stevenson: “Odio al cinismo más que al diablo, a menos que ambos sean la misma cosa”.