Carta a Morenais

Realidad Novelada, por J.S. Zolliker

Queridos amigos y amigas, correligionarios y camaradas todos:

Me da una gran alegría dirigirme a ustedes en esta etapa de consolidación de nuestra transformación de cuarta. Ahora que me encuentro en un periodo de reflexión y alejamiento (de los reflectores), quiero que sepan que sigo presente, porque mi tarea mesiánica no ha concluido. Nuestro gran partido aún tiene mucho camino por delante.

Con orgullo, observo que nuestros líderes están anteponiendo siempre el interés de México y las necesidades del pueblo, manteniendo la unidad, la humildad y la honestidad. Y, sobre todo, no han permitido que los antiguos vicios y perversiones de la política de élite florezcan en nuestras fieles filas. Somos, juntos, Morenais, el partido del pueblo que celebra los triunfos y éxitos de nuestros miembros.

Veo, por ejemplo, con mucho entusiasmo, cómo varios compañeros —abanderados de la congruencia sencilla del republicanismo y del frijol sin gorgojo— descubren nuevos horizontes y ciudades, ya sea en Nueva York o en el Viejo Continente, viajando en clase ejecutiva, en hoteles de cinco estrellas y desayunos que cuestan más que el salario mensual de un albañil. Porque, si queremos llegar muy lejos y transformar a México, es necesario que nuestros líderes se inspiren en otros mundos. Simón Bolívar cambió América y la humanidad porque viajó mucho y eso cualquier historiador lo sabe.

Por ello, resulta entrañable ver a las compañeras y compañeros —jueces, legisladores y militantes— en restaurantes de lujo en Madrid o Portugal, o posando en Roma junto a una fuente barroca, con la camisa desabotonada, desaliñados, con cachuchas y lentes, aunque porten marcas caras. Se nota el empeño en parecer austeros, a pesar de que ejercen su derecho privado a poseer lo que, con su arduo trabajo, se han ganado.

Es verdad: aún hay mucho camino que recorrer. Nuestra base electoral —esa que come lo que le alcanza de la canasta básica y defiende al régimen como si fuera herencia— sigue esperando el drenaje prometido, la beca para los hijos, la pensión, los medicamentos y una que otra cirugía que evitamos al programarles consulta sobre consulta, hasta que mueran o terminen por rendirse. Por eso es importante informarles que estos viajes son por motivos de agenda diplomática, capacitación jurídica y trabajo legislativo internacional. Avisen que las fotos que publican en el Museo del Prado, en los Campos Elíseos o en cruceros del Ritz son únicamente durante sus merecidos descansos o trayectos. No se dejen engañar: la oposición, Felipe Calderón y sus secuaces buscan envenenar sus mentes y confundirlos.

La comunicación certera —a través de medios oficiales, oficialistas, chayoteros, redes sociales y plataformas comunitarias, manejadas por nuestros cuadros— es muy importante para que la gente entienda que, también desde los jardines del Palacio de Versalles, estamos combatiendo la pobreza. Si nuestros líderes viajan, es parte de un logro colectivo. Porque ahora no hay abusos, no hay robos, no hay crimen organizado, no hay asesinatos ni desapariciones, no hay amiguismo ni corrupción. Solo hay funcionarios y servidores públicos que dignamente se gastan su honrado salario en su vida privada, como es su derecho y como les da la gana.

Eso sí les reitero: eviten la prepotencia, la búsqueda del poder por el poder, la soberbia y el sectarismo. La división destruye. Sigan construyendo la nación soberana, democrática, justa, libre y amorosa que imaginamos cuando empezamos nuestro caminar. Abracémonos todos… o que no se abrace nadie, nunca jamás.

Así como el pueblo es noble, trabajador y bien intencionado —y siempre tiene derecho al descanso y a unas vacaciones—, así también vayan ustedes de viaje y descanso, sin olvidar que exigimos justicia y memoria histórica y que nos ofrezcan disculpas por habernos colonizado intelectualmente (nos occidentalizaron, los muy cabrones), y eso no es negociable.

De mis hijos solo les digo que son como yo. Bienaventurados quienes los siguen a Houston, Ámsterdam o, ahora, a Japón, en oficial y dignísima misión para lograr unir a dos pueblos hermanos y de paso ver si Prada está interesado en abrir unas tiendas a lo largo de las estaciones del Tren Maya.

Les mando un abrazo fraterno,

A. López (rubrica)

El pueblo soy yo y ex (casi) Presidente de México.

“Lo que se ve no se juzga”.- Juan Gabriel parafraseando a Juárez.

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