Carta a Diego Luna

Realidad Novelada, por J.S. Zolliker

Querido Diego:

Tú no me conoces, pero te considero un carnal, no como al seis simbol del Gael García Bernal, porque tú y yo nos parecemos harto. Eres de Toluca y choriceros somos, y en el camino andamos. Tu segundo nombre es Dionisio, y a mí, mi cuate Gil me apodó “el fornicio”, que porque mi lógica es como la de un cenador de “La Roña” (creo que es quiosco de dorilocos). Tu chava es de la familia del osito Bimbo y a la mía le gustan las medias en las noches; la tuya se llama Marina, y a mi chava le dicen “la marina” porque se echa al plato a cualquier calamar… Y hasta físicamente dicen los camaradas que nos parecemos, pero ya mejor no entrar en detalle de las carnes, pues me agarras de bajada con tanta coincidencia.

Así que, ya bañados en manteca, plasmo que, ante todo, mis respetos. No es tarea fácil sostener el calzón moral como el que tú has perfeccionado con tanto esmero (más cañón que el resorte de una trusa de tianguis). Verte posar en un monólogo de la televisión gringa diciendo que “no es aceptable ni normal separar familias. La violencia y el terror no están bien”, mientras has sido promotor activo y héroe de la narcocultura popular, es una clase magistral de machincuepa y triple salto mortal ideológico que debiera ser enseñado en las Universidades Para el Bienestar.

De verdad, carnal, me encanta cuando pregonas porque me cae de madres que sí te creo y que lo hace todo el pueblo. Cuando pones ojos de cachorro y ademanes de chamaco bueno, logras liderear a esos eternos revolucionarios de Polanco que hacen campañas pro-gobierno para exigir un México menos neoliberal y más justo, aunque luego se quejen en privado de que huele mal el del valet parking. Te escribo siendo bien sincero, pues pocos paisanos logran lo que tú: facturar en dólares, viajar en euros y protestar en pesos.

Es neta. Eres mi ídolo, carnal, un verdadero rebelde que ha elevado la crítica social a un performance bien pro: nadie cacha que tu lucha contra el imperialismo intergaláctico se libra en plataformas de streaming del gran capitalismo salvaje de una cadena que impone sus condiciones al mundo.  ¡Es genial! Tu lucha contra el totalitarismo se combate desde California, mientras promoviste el voto por nosotros ––el nuevo morepriismo–­– y por el presidente más autoritario y absolutista que ha tenido el México moderno y que sigue mandando desde adentro.

En tu cine, el pueblo sufre; en las noticias, nunca vemos como tú sufres en Cannes. Y eso es lo que más admiro, carnalito Diego: el logro de una aparente coherencia narrada con tu incoherencia política; algo que quiero aprenderte, porque dice el dicho que según la cantina, la borrachera, ¿cierto? Por ejemplo, con media sonrisa, exiges derechos para todos los migrantes ilegales porque lo hacen para sobrevivir y huir, cuando tu migración sí fue legal y para volverte millonario. ¡Así son todos los líderes de Morena! ¿Lo has visto? ¡A eso aspiro! Realmente, ellos y tú, logran que la raza les crea, que critican que el discurso de un presidente sea de odio y que divida y encuentre eco “en un país que se forjó en la mezcla, en la hospitalidad”, tal y como pasó, pasa y seguirá pasando aquí mientras nosotros en Morena estemos al mando.

Así que gracias por tu ejemplo, bro. Gracias a ti y tu silencio, nuestro proyecto de transformación se va consolidando y escalando. El bisne es negocio redondo porque contigo manejamos bien la conciencia social de los demás. Porque nada vende más hoy que la imagen de estar del lado correcto de la historia, aunque sea en primera clase dictando por los pobres, y eso se nota en likes y en que la gente más joven y la más vieja, sea la que salga en nuestra defensa para militarizarlo todo y poder censurar a gusto y con gusto. Eres, pues, carnalito, lo que todo régimen como nosotros necesita: un militante de izquierda con casa en Santa Mónica y capital transnacional, que guarda silencio sobre lo que pasa en la que fue su casa. Mejor decir en lo que fue su hogar.

Lo único que te puedo reprochar, es que le vayas a los Pumas y no a los campeonísimos Diablos, porque en estos tiempos de cinismo, ver a alguien abrazar tan honestamente su propia hipocresía nos recuerda que el teatro —como la política— también se actúa fuera de escena, pero eso nunca nos debe pasar en la afición del fútbol, ¿sale, valedor?

Y hablando de carnales, mis deseos se despiden con cariño y algo de envidia, porque yo no fui descubierto por encuerarme en una escena y le tengo que seguir taloneando aquí de burócrata en una oficina bajos las órdenes de doña Delfina.

Atentamente,
Tu humilde fans y “chairolastra”

Sígueme en @zolliker.

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