Alerta: el dengue 

Realidad Novelada, por J.S. Zolliker ·

Poco después de desayunar, comenzó a sentirse mal: un poco de nausea y el cuerpo afiebrado. A las cuantas horas, consiguió un termómetro y se tomó la temperatura; superaba los cuarenta grados. Entonces, el dolor de cabeza comenzó. Su fatiga era tremenda al igual que su artralgia. Apenas lograba levantarse de la cama para ir al baño, pero sentía que pesaba el doble de sus cincuenta kilogramos. 

Entonces, comenzó a sentir una especie de presión en los ojos que, a-los-no-sabe-cuántos-minutos, se transformó en franco dolor. De hecho, es uno de los dolores más fuertes que ha sentido en toda su vida. Cuando le cruzó por la mente que se quería sacar los ojos, pensó que era momento de pedir ayuda. Con trabajos, pudo marcarle a su hermano, quien la llevó a urgencias.

En la entrada de su clínica familiar, al tomarle el guardia la temperatura con un infrarrojo, la direccionó a una zona distinta, que estaba más atiborrada que el área común de urgencias. Ella se sentía morir y su hermano comenzaba a desesperarse cuando una enfermera pasó a tomar los datos de los últimos diez enfermos que habían llegado, incluyéndola. La hicieron llenar un formulario y entonces se enteró que estaba esperando atención médica para los casos de dengue.

“¿Dengue? ¿En la Ciudad de México?”, preguntó su hermano en voz alta. “Aquí no llegan esas enfermedades del trópico, aquí no es Campeche o Veracruz”, recalcó casi colérico. Las demás personas, cercanas en la fila, tampoco podían creerlo. Afirmaban que no habían salido de su casa ni habían estado ni siquiera cerca de Xochimilco o algún lugar otro lugar con mucha agua, estancada o no. La enfermera los corrigió: “no llegaban, señor, pero ahora nos tienen llenos”. 

Cuando se enteró que el paciente que sería atendido por urgencia era un joven de unos trece o catorce años que llevaba más de nueve horas esperando atención, tiempo durante el cual su cuadro se agravó, se desesperó.  Máxime cuando algunas personas comentaron que no había medicamentos y que los hospitales públicos estaban “colapsando”. Ella tiritaba por el cuadro febril y se notó un sarpullido que le subía por la espalda hasta el cuello. 

Después de tres horas de espera y de que vomitó, decidieron irse a recibir atención privada. Tuvieron que internarla un par de días para identificar la variante del virus y otorgarle tratamiento de síntomas e hidratación. Al poco tiempo, comenzó con un fuerte dolor en la cintura. Resultó una lesión en el riñón, bastante común en pacientes con la enfermedad, que horas después se complicó con disfunción hepática aguda.

Afortunadamente, recibió tratamiento médico temprano y adecuado y Almudena se recuperó de la fase aguda, aunque meses más tarde perdió buena parte del pelo y del peso corporal, teniendo una convalecencia larga y complicada, con muchas visitas a especialistas y gastos médicos enormes.

¿El dengue es un problema que se nos viene encima a las ciudades más densamente pobladas que no están listas ni para atenderlo? Los casos de a esta fecha, el año pasado iban en poco más de cinco mil, este 2023 van alcanzando los veinte mil. Un crecimiento alarmante de cuatro veces, que se puede complicar en un futuro si no se toman medidas importantes de prevención y mitigación de riesgos, pues por falta de campañas de fumigación adecuada y por el cambio climático, las ciudades son más calientes por más tiempo y hay más agua encharcada, sea en cacharros, llantas o hasta bosques y en baches donde se desarrolla el mosco que trasmite esta peligrosa enfermedad, con secuelas complejas. Ya hay casos de contagios en zonas atípicas como Cuernavaca o Río Frío. Alerta, el dengue puede salirse de control. 

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