Estrictamente Personal, por Raymundo Riva Palacio
El viernes pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador se sacó una afirmación de la manga que levanto la cejas en México y Estados Unidos. Estados Unidos, afirmó, desistió de ir a un panel de controversias, dejando entrever que se había arreglado el diferendo sobre la presunta violación del acuerdo comercial norteamericano, que se conoce como T-MEC. Nadie sabía nada de eso, ni en México ni en Washington, y resultó, cuando menos en el momento en que lo dijo, una mentira. Estados Unidos mantiene su postura de que si no llega a un acuerdo en este periodo en tiempo extra de consultas, solicitará un panel, como también lo haría Canadá.
El Presidente no es necesariamente un mentiroso en este tema, sólo que su cabeza está ubicada en un lugar lejano de la negociación técnica que el T-MEC significa. Piensa que todo es político, que es su impronta. Y lo ha dicho. Ese es el carácter de la negociación. De ahí la fortaleza de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, la cruzada más encendida del nacionalismo de hace 40 años, que maneja los humores y furias de López Obrador, y que acabó con la paciencia y tolerancia -incluso a insultos por ceder ante empresas extranjeras- de Tatiana Clouthier, que renunció a la Secretaría de Economía a donde llegó Raquel Buenrostro, cortada por la misma tijera de López Obrador y su aliada energética.
Las palabras de López Obrador fueron acompañadas por un reacomodo importante en la Secretaría de Economía. Buenrostro realizó una purga general en Economía y cambió al equipo estratégico en la negociación del T-MEC, comenzando por la negociadora en jefe, la subsecretaria Luz María de la Mora. La preocupación en diversos sectores por un cambio radical en un momento delicado, no es compartida en absoluto en el equipo presidencial. Una vez más, lo político antes que lo técnico, como lo demostró su relevo, Alejandro Encinas Nájera, que era el jefe de la Unidad de Política Laboral y Relaciones Institucionales de la Secretaría del Trabajo.
Encinas Nájera es hijo del Subsecretario de Gobernación del mismo nombre, quien lo ha estado jalando todo el tiempo. Participó en las redes de Morena en Estados Unidos para la movilización a favor de López Obrador, particularmente cuando viajaba, y se sumó al equipo de la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, donde tuvo su primer y único contacto con el T-MEC, al participar en la negociación de controversias, que se logró, dice su currículo, “sin necesidad de paneles arbitrales ni sanciones comerciales”, olvidando decir que fue resultado del reconocimiento mexicano que había violado el acuerdo y se comprometió a corregir—en beneficio de los trabajadores mexicanos.
Haber trabajado con Alcalde no genera respeto ni confianza. La Secretaria no ha sido cesada porque nadie ha aceptado remplazarla, y porque López Obrador parece aún sentir compromiso con su madre, Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional de Morena. El Presidente no cree en la Secretaria y piensa que esa dependencia está realmente controlada por su padre, el poderoso abogado sindicalista Arturo Alcalde. No podría pensarse objetivamente, entonces, que la poca experiencia de Encinas Nájera en el T-MEC, fuera la razón de su nombramiento, donde se va a encontrar con Katherine Tai, la representante comercial de la Casa Blanca.
Si lo viéramos a partir de su formación, antecedentes y experiencia, las diferencias son enormes. Tai tiene una licenciatura en Historia de la Universidad Yale y un doctorado en Derecho de Harvard, muy útil para las negociaciones. Encinas Nájera es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM, maestro en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctorado en Ciencias Sociales por la UAM. Es decir, está bien formado en disciplinas que no se necesitan en la negociación del T-MEC.
Antes de asumir el cargo en marzo del año pasado, Tai pasó la mayor parte de sus más de dos décadas en el servicio público enfocada en la diplomacia económica internacional, en particular el comercio, tanto en la oficina que ahora dirige durante el gobierno de Barack Obama, como la jefa del staff del poderoso Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, donde se hacen las leyes laborales, y las estrategias de negociación y acuerdos bilaterales y multilaterales como el T-MEC.