Ciudad de México, 18 NOV.-México es el tercer país con mayor criminalidad del mundo debido a la presencia consolidada de cárteles, la expansión de múltiples mercados ilícitos y la infiltración del crimen organizado en instituciones públicas y sectores económicos, de acuerdo con el Global Organized Crime Index 2025.
El informe también advierte que la capacidad del Estado mexicano para enfrentar al crimen organizado —lo que el índice denomina resiliencia, es decir, la fortaleza institucional para prevenirlo, desmantelarlo y recuperarse de su impacto— sigue siendo limitada: obtuvo un puntaje de 4.50, equivalente al lugar 111 entre 193 países.
El reporte detalla que México obtuvo un puntaje de criminalidad de 7.68 sobre 10, lo que lo coloca en la segunda posición del continente americano y en la primera entre los países de Centroamérica.
Este nivel se explica por la consolidación de mercados criminales con puntajes elevados —como drogas sintéticas, trata de personas, tráfico de armas o extorsión— y por la fuerza de los actores criminales, particularmente cárteles, redes financieras ilícitas y funcionarios coludidos.
Las causas: un país atravesado por mercados ilícitos de alto impacto
El índice retrata a México como un nodo central de diversos mercados criminales. La trata de personas “sigue siendo una actividad importante”, con prevalencia en estados del sur y en destinos turísticos donde la explotación sexual continúa siendo un problema extendido.
El tráfico de migrantes, por su parte, “continúa como un mercado rentable y profundamente arraigado” en rutas fronterizas con alta participación de grupos criminales y autoridades corruptas.
Sobre la extorsión, indica que es “un delito generalizado en México, que afecta a negocios, al sector agrícola, a sindicatos y a funcionarios públicos”, con impacto particular en sectores agroindustriales como el aguacate y la pesca.
En cuanto al comercio ilícito de armas, señala que es alimentado principalmente por el flujo desde Estados Unidos, y lo describe como un componente crítico del poder de fuego de los cárteles.
En materia ambiental, el informe advierte que “la tala ilegal en México está impulsada por grupos del crimen organizado que controlan tierras comunales y extorsionan a comunidades forestales”, mientras que el tráfico de fauna se ha convertido en “uno de los mercados ilegales más sólidos a nivel global”.
La explotación de combustibles y minerales, incluidos el huachicol y la minería ilegal, también figura como actividad clave para financiar organizaciones delictivas.
La producción de drogas sintéticas constituye uno de los pilares del panorama delictivo. El reporte afirma: “La producción de drogas sintéticas, particularmente metanfetamina y fentanilo, sigue siendo extremadamente generalizada. México es un proveedor líder de fentanilo para Estados Unidos”.
Los actores criminales: carteles dominantes, redes financieras y colusión estatal
El documento describe que el país está dominado por grupos del crimen organizado, especialmente el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, que operan como organizaciones multifuncionales con presencia nacional.
Señala que “muchas agencias de seguridad en México están infiltradas por el crimen organizado, lo que dificulta combatir la influencia de los cárteles”, y que algunos penales permanecen bajo control criminal, lo que evidencia “su amplio alcance dentro del aparato estatal”.
El índice también identifica redes flexibles dedicadas a delitos financieros, operadas en varios casos con la participación de empresarios y funcionarios. Este tipo de actores es responsable de lavado de dinero y corrupción administrativa de alto impacto, en una dinámica descrita como un ecosistema donde las fronteras entre legalidad e ilegalidad se difuminan.
Asimismo, documenta la presencia de actores criminales extranjeros, entre ellos grupos colombianos, estructuras chinas vinculadas a préstamos y al tráfico de especies, así como redes rusoparlantes relacionadas con el tráfico de migrantes.
Resiliencia limitada: instituciones débiles frente a la magnitud del fenómeno
En cuanto a resiliencia, el puntaje de 4.50 coloca a México en la parte inferior del ranking global, pese a un ligero incremento respecto a mediciones previas. El informe explica que esta puntuación corresponde a la capacidad de un país para resistir y desmantelar las actividades de la delincuencia organizada mediante herramientas políticas, económicas, judiciales y sociales, y que se calcula a partir de la fortaleza institucional y social para enfrentar al crimen.
Los componentes más rezagados son territorialidad (3.0), liderazgo político y gobernanza (3.5), apoyo a víctimas y testigos (3.5) y transparencia y rendición de cuentas (4.0).
Aunque la cooperación internacional alcanza un 7.0, se trata del único rubro con resultados altos; en contraste, el informe describe que “la transparencia gubernamental sigue siendo un problema significativo” y que la militarización de la seguridad ha generado “preocupaciones sobre abusos a los derechos humanos y la gobernanza democrática”.
Además, el texto destaca que México sigue siendo “uno de los países más peligrosos para la prensa”, con funcionarios públicos implicados en casi la mitad de los ataques documentados. Aunque organizaciones civiles desempeñan un papel esencial en la vigilancia del fenómeno criminal, enfrentan restricciones gubernamentales y amenazas constantes.












