Por Paco A. Nazar •
Chiapas, el estado con más rezago de un país profundamente rezagado. Esto se traduce en que vivimos, en muchos aspectos, cinco o seis décadas atrás respecto a las sociedades más avanzadas del mundo. Y no hablo solo de “modernidad”, sino de cuestiones básicas de calidad de vida: alfabetización, acceso a vacunas, servicios médicos. Por eso celebro que el gobernador Eduardo Ramírez tenga tan claro su rumbo y esté decidido a marchar con pasos gigantes, apostando por proyectos que muchos considerarían imposibles. Entre ellos, la histórica cruzada por la alfabetización con el programa “Chiapas Puede”, y el tan anhelado tramo Palenque-San Cristóbal, que ayer dio su primer paso con el arranque del Palenque-Ocosingo.
Seguramente muchos le dijeron: “No lo hagas, va a ser tu tumba política. Muchos lo han intentado y han fracasado. Es un proyecto que nacerá muerto”. Pero él entiende que no hay alternativa. Más gobiernos tibios, que solo floten sin rumbo, significan más ignorancia, más pobreza, más desigualdad… y seguir retrocediendo mientras el mundo avanza sin esperarnos.
No intentarlo sería una carga en la conciencia, y convertiría a su gestión en una más, condenada al olvido, a ese rincón de la mediocridad donde reposan los que no se atrevieron.
Ojalá todos pongamos algo de nuestra parte. Aunque sea las buenas vibras, el deseo profundo de que estos megaproyectos funcionen. Porque si lo logran, le cambiarán el rostro a Chiapas. Y quienes ni eso pueden dar —ni fe, ni esperanza— quizá no se merecen este estado.
Enhorabuena a quienes encabezan y respaldan estos desafíos. Pasarán a la historia como parte de la verdadera transformación de uno de los territorios más hermosos, complejos y prometedores del continente.
A veces parece que José Emilio Grajales escribió el himno a Chiapas pensando en este justo momento… hace 112 años.
#MiHumildeOpinión