Cada tormenta nos recuerda lo que no hicimos
Las lluvias de los últimos días, como la intensa tormenta que azotó Tuxtla Gutiérrez este lunes 2 de junio, no solo han dejado imágenes impactantes de calles anegadas, vehículos atrapados y familias afectadas; también nos recuerdan una verdad incuestionable: no estamos preparados para la temporada de lluvias.
En Chiapas, cada año enfrentamos los efectos del temporal como si fuera la primera vez. La acumulación de basura en las calles, los drenajes colapsados, la falta de mantenimiento a ríos y arroyos urbanos, y la creciente urbanización sin planeación, agravan los efectos naturales de la lluvia y convierten lo que debería ser un fenómeno esperado en un desastre potencial.
Pero no todo es responsabilidad institucional. Como ciudadanía también tenemos una tarea clara: no tirar basura en las calles, evitar obstruir las alcantarillas, cuidar las áreas verdes, y estar atentos a los avisos de Protección Civil. A veces, una pequeña acción puede marcar la diferencia entre una calle inundada y una que fluye normalmente.
El llamado es doble. A las autoridades, para que refuercen las medidas preventivas: limpieza de drenajes, campañas de concientización, vigilancia en zonas de riesgo, y un verdadero plan de respuesta rápida ante emergencias. Y a la sociedad, para que asumamos nuestra parte, sin excusas ni indiferencia.
No podemos controlar la lluvia, pero sí podemos controlar cómo respondemos ante ella. La prevención salva vidas, reduce pérdidas y fortalece el tejido social.
El agua no tiene la culpa. El abandono, la apatía y la falta de previsión sí.