EL COTORREO Editorial 20.1.25

El teatro de la soberanía: ¿México realmente no es colonia?

En estos días, la política mexicana nos ofrece un verdadero espectáculo, lleno de retórica grandilocuente y posturas heroicas dignas de un guion hollywoodense. Por un lado, el próximo presidente estadounidense Donald Trump ha prometido que «mañana en la noche cesará la invasión en nuestras fronteras», refiriéndose a la llegada de migrantes. Por otro, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, declara con firmeza: «México no es colonia; defenderemos a los mexicanos en Estados Unidos». Y así, entre discursos altisonantes, queda en evidencia la tragicómica relación entre ambos países y las contradicciones de la Cuarta Transformación.

Comencemos con Trump. Su declaración sobre la «invasión» no solo es una muestra de su narrativa xenófoba y beligerante, sino también un recordatorio de cómo la política migratoria de Estados Unidos sigue marcando el rumbo de la región. La promesa de «cesar» la migración suena tan realista como un muro financiado por México, pero no deja de generar reacciones. Sin embargo, lo realmente inquietante es cómo nuestro gobierno, tan ruidoso en sus discursos de soberanía, ha respondido a este tipo de ataques: con silencios cómplices o, peor aún, con acciones que refuerzan las políticas migratorias estadounidenses, como militarizar nuestras fronteras y hacer el trabajo sucio de contención migratoria.

Ahora pasemos a Sheinbaum, quien nos asegura que «defenderemos a los mexicanos en Estados Unidos». Qué conmovedor, ¿no? Un gobierno que apenas puede garantizar la seguridad y los derechos de sus ciudadanos dentro de su propio territorio ahora se compromete a proteger a los connacionales en el extranjero. Porque, claro, nada dice «soberanía» como permitir que otros países dicten nuestras políticas migratorias y luego lanzar declaraciones grandilocuentes que no trascienden el papel. Si México no es colonia, como afirma Sheinbaum, ¿por qué seguimos aceptando migajas y cediendo ante las presiones del vecino del norte? ¿Por qué seguimos siendo el patio trasero donde se resuelven los problemas que Estados Unidos no quiere enfrentar en su propio territorio?

La realidad es que el discurso de «soberanía» de la 4T es solo eso: discurso. Mientras se llenan la boca hablando de independencia y dignidad nacional, en la práctica seguimos dependiendo económica, política y socialmente de Estados Unidos. La defensa de los mexicanos en el extranjero es un ideal noble, pero se queda corto cuando no va acompañado de acciones concretas que fortalezcan nuestro país desde dentro. Porque, al final del día, la verdadera soberanía comienza en casa, y eso es algo que este gobierno parece haber olvidado en su afán por construir narrativas en lugar de realidades.

Así que, mientras Trump promete detener una «invasión» inexistente y Sheinbaum juega a la heroína internacional, los mexicanos seguimos siendo testigos de un teatro político que no resuelve nada. Y como siempre, la retórica termina siendo más poderosa que las acciones. Otra función magistral de ficción política.

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